Cambios planetarios de conciencia
Hemos hablado continuamente de las civilizaciones perdidas, de objetos misteriosos y de culturas y memorias olvidadas.
Hemos hablado continuamente de las civilizaciones perdidas, de objetos misteriosos y de culturas y memorias olvidadas. De lugares maravillosos que, en la antigüedad, fueron centros espirituales o de evolución profunda, pero, desgraciadamente, siempre lo hacemos en pasado. Esto se debe a que en la actualidad todo es distinto: aquello que en tiempos pasados fue una revolución espiritual, hoy ya no existe, solo quedan algunas huellas de su grandeza.
La humanidad ha olvidado el saber del tránsito de las almas, el proceso intermedio de la muerte; ya no existe esa escuela ni esa preparación. Hoy, nadie recuerda las sagas ni mucho menos lo que significan, se ha olvidado que ellas narran el origen de todo.
En India, por ejemplo, el pali y las lenguas drávicas arcaicas están pasando al olvido, la cultura está siendo consumida por los valores de Occidente y las personas están dejando de meditar y de trabajar en la mente.
En los países escandinavos, los lugares donde se encuentran runas son considerados sagrados, pero no se sabe el porqué; la memoria ha desaparecido. Los países latinoamericanos no escaparon a esa suerte: con la conquista, las grandes culturas autóctonas, como los mayas, los muinanes y los aztecas, fueron completamente exterminadas y con ellas el enorme conocimiento y la gran memoria que conservaban.
En Norteamérica, después de la conquista, quedaron apenas unos resguardos indígenas, con almas deprimidas y serios problemas de alcohol. En China, el desarrollo industrial desbancó la espiritualidad, dando paso a una trascendencia sobre la política y la economía, relegando el maravilloso conocimiento espiritual y mágico de esa cultura milenaria.
En Europa quedan apenas cascarones, sorprendentes construcciones simbólicas, que pocas personas realmente entienden. Las mismas fiestas verdes de San Patricio, en las que hasta se tiñen los ríos de verde, han olvidado la tradición y las historias de gnomos y hadas de Groenlandia.
Los sitios de luz del mundo y la energía de la Tierra han cambiado, en atención y volumen; esa energía es distinta. Afortunadamente, en los últimos tiempos la vibración ha vuelto a cambiar, cada vez más se ve la tendencia e intuición de personas por ser espirituales y es necesario apoyarse en esa inquietud, y en la meditación, para acabar con esta época de confrontación, violencia y oposición.
Llegó la hora del gran cambio, de meditar y de entender, de estudiar, investigar y evidenciar; es momento de redescubrir y recuperar la memoria. Es necesario desterrar el miedo, entender que sí existe el mal y personas malintencionadas. Pero no enfocarnos en ello, sino en que nuestra vibración sea positiva, ascendente y llena de luz.
Debemos comprender que recuperar la memoria y la conciencia perdida es una prioridad, y lo podemos hacer investigando y recuperando los conocimientos de las culturas perdidas. Debemos sacar del agua las memorias de la Atlántida y de los polos las memorias de Lemuria e Hiperbórea. Debemos recuperarnos y entender que somos hijos de la eternidad, entonces, somos eternos y somos partes del infinito; esa es la actitud en el presente cambio de vibración de nuestro planeta.