Origen extraterrestre y animales alienígenas
Afortunadamente para nuestra humanidad los tiempos han cambiado. Aquellas personas que plantean teorías extraterrestres no son tildadas de locas o herejes, como sucedía hace apenas unos años. La ciencia lentamente está cambiando de punto de vista y las hipótesis que antes parecían descabelladas se están comenzando a someter a prueba, a poner en tela de juicio y, sobre todo, a considerarse valiosas dentro del ámbito científico.
Afortunadamente para nuestra humanidad los tiempos han cambiado. Aquellas personas que plantean teorías extraterrestres no son tildadas de locas o herejes, como sucedía hace apenas unos años. La ciencia lentamente está cambiando de punto de vista y las hipótesis que antes parecían descabelladas se están comenzando a someter a prueba, a poner en tela de juicio y, sobre todo, a considerarse valiosas dentro del ámbito científico.
Todos los días aparecen millones y millones de teorías y, dependiendo de las instituciones y sus presupuestos, cada una es investigada. Las hipótesis extraterrestres, que hace unos años parecieran disparatadas, están tomando cada vez más fuerza, porque se están presentando evidencias y argumentos irrefutables.
Es una realidad que más del 85% del material fotográfico, de video o de testimonios individuales sobre la existencia o avistamiento de ovnis son manipulaciones. Pero, al mismo tiempo, esta realidad nos habla de que casi el 15% de todo este material es verídico y, así solo una fotografía o video fuera real, el asunto cambia por completo la percepción de la verdad sobre nuestra existencia. Es maravilloso.
Nosotros, como humanidad, estamos acostumbrados a ciertas tradiciones y dogmas, pensamos que son las únicas verdades sobre nuestra existencia, pero la realidad es que cada vez que la ciencia se sale de sus moldes descubre cosas asombrosas. La teoría sobre nuestro origen extraterrestre, que tiene ya casi sesenta años, fue presentada por científicos que en su momento fueron completamente desprestigiados, pues ponían en duda la teoría de Darwin, y eso implicaba un retroceso hacia ideas medievales.
Debido a esos miedos, simplemente, hemos negado de manera contundente otras posibilidades, pero, gracias a los avances tecnológicos, surgen nuevas dudas y preguntas. Entonces, lo que se creía como definitivo comienza a presentar errores, a tambalearse por sus mismas contradicciones. Cada vez más estamos viendo cómo comienza una revolución frente a las ideas preestablecidas.
En el siglo XX, las teorías de materialismo, que se oponían a las creencias espirituales, encajaban de manera ideal con las teorías de Darwin y Linneo, y la Teoría del caldo primordial de Oparin. Juntas se convirtieron en los dogmas de la ciencia. Pobre de aquel que se atreviera a contradecir cualquiera de estas teorías.
Afortunadamente, hace ya algunos años, se halló el ADN, y con este descubrimiento resurgieron las preguntas, nuevas teorías aparecieron por montones. Paulatinamente, científicos modernos ponían en duda el discurso dogmático, sobre todo, planteando cuestionamientos acerca del tiempo requerido para una posible variación genética.
Con estas dudas latentes, se dieron cuenta de que el paso de mico a hombre, de ave a reptil, de un caldo primordial a una célula funcional, requería millones y millones de años, y con esta conclusión el andamiaje del discurso materialista se venía abajo, como un castillo de naipes.
Gracias a la nueva forma de pensar se crearon disciplinas bellísimas, como la astrobiología, que estudia la vida en el cosmos, o la exobiología, que estudia las posibilidades de vida extraterrestre, de vida inteligente fuera de la Tierra.
La ruptura en el pensar general abre todo un abanico de posibilidades. Hay muchos que ahora se han puesto a analizar los libros sagrados, en los que se dice que la vida es una semilla que “deambula” por el universo. Las mismas escrituras sagradas no solo afirman que los seres humanos vinimos del cosmos, sino también todos los seres vivos del planeta. Entre estos se incluyen los animales y plantas, las bacterias y otros organismos, todos traídos y adaptados a este planeta.
Un ejemplo maravilloso es el antiguo Egipto, en el país de los dogones, donde se habla del origen extraterrestre de los gatos como seres hipersensibles. Otro ejemplo lo hallamos en Perú y en Grecia, donde se habla de la historia atlante del lobo, predecesor del perro; todos traídos del espacio. En los libros sagrados indoeuropeos se habla del origen divino de los delfines y de su avanzada inteligencia. Otros escritos, más antiguos aun, sugieren que los insectos pueden ser máquinas extraterrestres de tejido celular y que las bacterias son organismos planeados para producir cambios relativamente rápidos.
En definitiva, la ciencia debería estudiar más a fondo el Tao, los Vedas, las inscripciones peruanas, el Edda vikingo y los cuentos de Islandia para entender la verdad que está escrita es sus palabras, las prodigiosas pistas de la memoria.