La sabiduría que generó terror
Existe una sabiduría oculta que abarca temas no muy populares, pero que han sido la base de avances importantísimos en nuestro desarrollo científico y espiritual: la alquimia.
Existe una sabiduría oculta que abarca temas no muy populares, pero que han sido la base de avances importantísimos en nuestro desarrollo científico y espiritual: la alquimia.
Por mucha controversia que genere, nadie puede negar que parte de los medicamentos y de la medicina actual nacieron de los grandes procesos de genios alquimistas de siglos pasados, quienes sentaron las bases de procesos industriales y plantearon incógnitas que en su época parecieron imposibles.
Estos conocimientos alquímicos fueron escritos en papiros, libros, piedras, cueros y grabados, y junto a ellos existieron también muchas otras sabidurías en las que se consignaron conocimientos avanzados sobre códices de plantas, existencias extraterrestres, secretos de América y sus pueblos, y hasta textos maravillosos sobre la sabiduría del Kí de Oriente y sobre la enseñanza iniciática de Nuestro Señor Jesucristo.
Durante más de 3.500 años se han escrito todo tipo de enseñanzas maravillosas que nos hablan de las experiencias místicas y de los caminos de la evolución consciente. Pero ¿dónde están todas estas enseñanzas? La gran mayoría de estos libros y narraciones han sido destruidos sistemáticamente durante siglos por tiranos que temen que sus súbditos y seguidores salgan de la ignorancia, y con esto pierdan su poder y gobierno mental. Estos líderes negativos sufren de permanente pánico ante la amenaza de que sus fanáticos conozcan la verdad, y este miedo los ha llevado a cometer los crímenes más atroces contra el conocimiento.
Uno de los capítulos más tristes de nuestra historia se refiere precisamente a este miedo de los tiranos frente al papel: el famoso incendio de la Biblioteca de Alejandría, con el que se estima que la humanidad retrocedió mil años en conocimientos. Lo curioso, o lo que muchas personas no saben, es que el incendio no fue uno solo, sino que durante más de 600 años reyes y líderes del momento se dedicaron, como por consenso, a destruirla.
Alejandría, cuyo nombre real es Al-iscandariyah, queda en el norte de África, en Egipto, frente a Chipre, Creta, Turquía y Grecia. En su momento, fue uno de los puntos más importantes de la antigüedad, ya que se encontraba en el Mediterráneo, en uno de los brazos de la desembocadura del Nilo. Fue allí donde se fundó una de las bibliotecas más bellas de la humanidad, por iniciativa del sabio Demetrio de Falera, hace más de 2.300 años. En ese entonces, el faraón Evergeta II dio la orden de que todos los libros de sabios que llegaran a Alejandría debían ser guardados en la biblioteca y posteriormente copiados por escribas. Fue tan importante la biblioteca, sus escribas y restauradores, que sus directores eran prácticamente ministros del Estado, sabios de gran reconocimiento.
El conocimiento de Alejandría era tan variado y extenso, que aun hoy no se sabe con certeza qué guardaba con exactitud. Se dice que se perdieron más de un millón de volúmenes completos, entre el recinto central de la biblioteca, la biblioteca suplementaria de Serapeión, el museo de Tolomeo, las escuelas judía, filosófica y matemática de Alejandría, y el Ala de Pérgamo, una parte lindísima y custodiada, con todos los secretos y tesoros culturales de los reyes de Troya.
La biblioteca era famosa por contener:
- Copias enteras de los vedas hindúes, inclusive fragmentos que no tenían copia en India.
- Tratados originales chinos de alquimia, energía y plantas medicinales.
- Secretos egipcios del mundo astral y de las pirámides como templos de paso a la dimensión del tiempo.
- Tratados de magia y transmutación de los fenicios.
- La Sala del Tratado sobre el Haz de Luz, dedicada únicamente a las instrucciones de los padres, que eran básicamente documentos en los que se explicaba cómo un grupo organizado de extraterrestres visitaron la Tierra durante 70 años dejando un instructivo. Este fue modificado y transformado, pero de él quedó un libro bellísimo nombrado frecuentemente por los maestros: ‘La raza musical de ébano viene de los dioses estelares’.
- La obra completa del sabio Beroso, de origen babilonio, que propuso ideas revolucionarias que aun hoy son un acertijo para la ciencia. De él se decía que tenía contacto con los ángeles de las estrellas y en sus doce volúmenes acerca de los Akpalus habló de los viajeros del espacio que llegaron a enseñarles a Egipto y a China las primeras bases del conocimiento científico.
- La obra completa de Manethón, sabio egipcio experto en historia, quien dedicó su vida a escribir sobre la cultura egipcia, sus secretos, rituales y la historia de las pirámides. Habló también de la importancia del cuerpo astral en un tratado del estudio de la muerte elaborado a cuatro manos por tibetanos y egipcios. Muchos decían que Manethón conocía el origen extraterrestre de varios emperadores, que era versado en el idioma de los ángeles del espacio y que tenía el secreto de la escritura “tridimensional”. En sus obras habló también de los egipcios como hijos del pueblo del mar, razón por la que muchos sabios antiguos decían que Platón se refería de la Atlántida interpretando, manipulando y tergiversando las narraciones originales de Manethón.
Toda esta maravilla, y mucho más, fue destruido por más de 600 años, los libros y pergaminos eran reconstruidos y la biblioteca realimentada, pero luego volvía a ser destruida. La pérdida de Alejandría sobrepasa el millón de volúmenes, pero la pérdida para nuestra humanidad fue aún más profunda y duradera.