El fin del mundo

Hay muchas personas que se han aprovechado de ese miedo, de esa incertidumbre, para profesar grandes catástrofes, el fin del mundo. Y las personas, incrédulas y llenas de miedo, caen en esa insensatez.

De este tipo de situaciones tenemos muchos ejemplos. Por un lado, vimos el supuesto fin del mundo en el año 1999. En ese momento, muchos profetas de la antigüedad, y otros miles de profetas de pacotilla, hablaron de que el mundo se acabaría. Inclusive, Nostradamus.

Ríos de tinta corrieron para decir que el mundo se acababa, y la pobre gente, aterrada, contaba los días y los meses. Llegó diciembre de 1999, y pasó el 31, y el mundo no se acabó.

Jamás las escrituras de toda clase de profetas hablaron tanto de un año como del 2000. Para ese año se esperaban plagas, lluvias de proyectiles desde el cielo, destrucciones continentales, impactos de cometas, y tantas desgracias, que es difícil de enumerarlas.

Cuando pasó 1999, todos comenzaron a enfocarse en el año nuevo del 2000. Que sería realmente en ese momento el fin del mundo. Este esperado apocalipsis causó un pánico insensato. La gente esperaba todo tipo de tragedias, entre ellas, un desastre en todos los sistemas y computadores del mundo a través de internet. Llegó el fin de ese año, pero no el apocalipsis.

Cuando ocurren estas cosas, ¿qué dicen los que lo aseguraron? Se abren varios abanicos de posibilidades. Algunos dicen: «Es que rezamos lo suficiente y por eso no ocurrió», otros, aseguran: «Es que meditamos y con nuestra fuerza mental movimos el cometa que iba a estrellarse con la Tierra».

Desafortunadamente, el asunto no acaba allí, todos los años que hemos vivido después del 2000 tienen su cuento apocalíptico horrible. En el 2002 Francia sería borrada del mapa y en el 2003 el turno le tocaba a Inglaterra. Las predicciones eran, obviamente, muy viejas, en la época en la que esos países eran prácticamente las únicas potencias mundiales.

En el 2005 ocurriría el suceso de los tres días de oscuridad absoluta y esta es una de las profecías más viejas que existe. Se crearon cientos de bendiciones para toda clase de velas, guardadas de todas las formas imaginables, y en esos días de oscuridad, supuestamente, puertas y ventanas tendrían que estar cerradas a cal y canto porque el mal andaría suelto y no alumbrarían las luces eléctricas, solamente las velas bendecidas. Para estas mentiras existen poblaciones de crédulos vulnerables.

Y qué decir de la profecía del 2012, cuando, según personas que leían a letra muerta las escrituras mayas, el mundo llegaría a su fin. Son muy pocos los que saben leer e interpretar a los mayas, y los pocos que saben, son lo suficientemente sabios para callarse. Como en todas las anteriores fechas, en 2012, el mundo no terminó.

No sucumbamos ante el miedo al futuro, ante el miedo a la muerte. Concentrémonos en el presente, en los importantes pasos del camino espiritual.

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