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El misterio y el lenguaje de los evangelios apócrifos

Publicado en10/08/2017 Por

Uno de los aspectos que más desconcierta de los evangelios apócrifos es el lenguaje que manejan y, por supuesto, lo que quieren comunicar. Leerlos no es fácil, entender su contenido requiere de conocimiento y, por eso, han sido mitificados y condenados. Los canónicos, en contraposición, han sido modificados durante dos mil años: volvieron su concepto más humano y transformaron sus contenidos para “facilitar el entendimiento”.

Uno de los aspectos que más desconcierta de los evangelios apócrifos es el lenguaje que manejan y, por supuesto, lo que quieren comunicar. Leerlos no es fácil, entender su contenido requiere de conocimiento y, por eso, han sido mitificados y condenados. Los canónicos, en contraposición, han sido modificados durante dos mil años: volvieron su concepto más humano y transformaron sus contenidos para “facilitar el entendimiento”.

Jesús es un ser cósmico, de perfección inimaginable para nuestra mente. Todo su ser es perfecto y especial, así como también sus palabras y su forma de expresión. Sus conceptos convertidos o traducidos a palabras siempre tenían un significado profundo. No era fácil entender a Jesús, pues sus discursos estaban llenos de sabiduría, pureza, originalidad, condensación, verdad, objetivo y conciencia; todo a la vez.

A diferencia de los testamentos canónicos, que fueron escritos posteriormente a Jesús, existen algunos apócrifos que sí son de la época y, como solo han tenido la transformación de recibir el mensaje y escribirlo en otro idioma, su originalidad es mayor. Pero su lenguaje es tan cifrado, que la mayoría no lo entiende o lo malinterpreta, llegando a conclusiones que no corresponden, condenando el escrito, y a cualquiera que lo lea.

Existe un evangelio que se cree de autoría de Tomás, el ‘Evangelio de seudo-Tomás’, que es tan alegórico, que despista a los no conocedores. En sus palabras, Tomás toma como ingrediente el “gran poder de Jesús” para protagonizar una serie de milagros, pero hay que saber interpretar muy bien estas alegorías y no leerlas a letra muerta.

En el Evangelio de Tomás encontramos frases, o “dichos” de Jesús, que han sido sumamente criticados y condenados; nadie los entiende. Pero la principal razón de su condena es que este apócrifo nos enseña la universalidad de su mensaje, que en ciertos fragmentos pareciera del “canon budista” o un elemento de los ‘Vedas’. Este parecido, claramente, no les agrada a los fanáticos.

Otro apócrifo bellísimo es el ‘Protoevangelio de Santiago’, que se cree que fue escrito por un discípulo de Jesús y que habla principalmente del ser enorme de la Santísima Virgen, una encarnación divina, que también llegó de las estrellas, al igual que su madre Ana. En sus párrafos encontramos narraciones maravillosas de la estirpe superior del Ser Jesús, de los grados crísticos de la Santísima Virgen y de la sabiduría de José, sumo sacerdote. El escrito aparece de manera tan hermética, que lastimosamente también se ha malinterpretado.

De los apócrifos hay mucho más que decir, pero, mientras tanto, abramos la mente al entendimiento de las extraordinarias hazañas de Dios.


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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