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Virgen de Fátima

Publicado en22/03/2017 Por

Mucho se ha dicho de las apariciones de la Virgen de Fátima, del tercer secreto de Lucía y de lo que ocurrió realmente ese día.

Mucho se ha dicho de las apariciones de la Virgen de Fátima, del tercer secreto de Lucía y de lo que ocurrió realmente ese día.


Hace unos años falleció Lucía, la única sobreviviente de los niños de Fátima, pues sus primos murieron poco después del milagro. En ese entonces, ella pertenecía a una familia común, pero ¿cómo llegó a convertirse en religiosa?, ¿cuáles son las dos verdades de las que comúnmente se habla de las apariciones de la Virgen? y ¿cuál es el tercer secreto?


El día de la aparición de la Virgen en FátimaEn Fátima, Portugal, tres niños campesinos, inocentes y libres de la contaminación del diario vivir, se encontraban haciendo sus oficios. Lucía, Jacinta y Francisco cuidaban su ganado cuando vieron un relámpago increíble, más brillante y sorprendente del que jamás hubieran visto. Un evento absolutamente maravilloso, más, cuando el cielo se encontraba despejado y libre de tormentas. Cuando se dieron la vuelta, los tres niños vislumbraron, sobre un árbol de encina, a una señora bellísima, vestida de blanco puro, que les dijo que venía del cielo y que esperaba verlos de vuelta el siguiente mes, el día 13. Les dijo otras cosas, pero ellos nunca las revelaron. Al siguiente mes, cuando volvieron a presenciar la aparición de la Virgen, les contó otros tres secretos y les pidió asistir nuevamente el siguiente mes. Desafortunadamente, los niños no pudieron, porque fueron encerrados y amenazados para que revelaran los secretos. Lo cierto es que la Virgen prometió a los niños que en la sexta y última aparición haría un milagro que todos presenciarían; y así fue: el 13 de octubre de 1917 se reunieron setenta mil personas para ver lo prometido: la “Danza del Sol”.


El primero de los secretos fue que la Virgen les dijo que la guerra mundial (la primera) acabaría pronto, luego, parecía que el sol se moviera de un lado a otro y en ocasiones daba la impresión de que hubiera dos soles.


Al poco tiempo, los dos primos de Lucía murieron de gripe, y ella quedó como la única custodia de los secretos de la Virgen. Después, entró a una orden religiosa, principalmente, porque no sabía leer ni escribir, razón por la que las apariciones de Fátima tomaron un lenguaje y un sesgo acomodados. No es malo decirlo ni es un delito, sor Lucía escribió seis cortos libros de sus memorias, todos corregidos y autorizados por sus confesores y superiores de orden. De aquí nacieron las dos versiones de Fátima: la primera: las charlas de Lucía adolescente y las narraciones de Francisco y Jacinta, crónicas de época recogidas por varias personas y con comentarios reales de los protagonistas que quedaron en la memoria de muchos. La segunda: la que escribió Lucía veinte años más tarde, con todos los filtros, intervenciones, correcciones, añadidos y recortes de sus superiores. Una versión “depurada” y convenientemente corregida que, de todas formas, no ha pasado inadvertida por serios investigadores.


Lo primero que analizaron los expertos alrededor del mundo fue la conocida “Danza del Sol”, que vieron más de setenta mil personas y que es casi imposible que haya sido de común acuerdo o una sugestión colectiva. Los análisis de la danza concuerdan en que el evento es idéntico a las apariciones o avistamientos certificados de ovnis. Es una danza de uno o dos discos brillantes que se desplazan a velocidades fantásticas en el cielo y que crean un juego de luces.


Otro fenómeno muy estudiado de Fátima es que muchos testigos afirmaron que la ropa mojada de muchos se secó, lo mismo que el barro y la tierra. Esto coincide con apariciones de ovnis que han sucedido en otras ocasiones, principalmente, después de 1960. En aquella época no había tantas ni tan frecuentes, pero después de 1945 han sido muchas y con características muy similares a las de Fátima.
Los niños guardaron los secretos de la Virgen bajo extremo rigor, aun cuando fueron amenazados de muerte. Pero algunos comentarios se filtraron, como que el manto era tan claro y brillante que parecía hecho de luz, y que únicamente se podía vislumbrar con detalle la cara de la Virgen.


Fue muy inquietante en su momento que el primer escrito de Lucía, realizado en 1927, haya sido leído en primera instancia por sus confesores y, acto seguido, quemado en su presencia, en el Santuario de las Apariciones de Pontevedra. En 1941, Lucía escribió otro intento de sus memorias, en el que narraba los dos primeros secretos: el fin de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Segunda, con su fracaso, y la disolución de la Unión Soviética.


Lucía fue muy reacia a narrar el tercer secreto y, aunque lo escribió a finales de la Segunda Guerra Mundial, pidió que no se diera a conocer sino hasta después de 1960. Fue hasta el año 2000 que se dio a conocer y, según la interpretación del cardenal Ratzinger, era la premonición del atentado que sufrió Su Santidad en 1981.


Muchos quedaron decepcionados con la interpretación de este último secreto, ya que se hablaba del Apocalipsis y de la proliferación de armas. Otros decían que Lucía hacía alusión al último Papa. Realmente, son especulaciones; nunca se conoció la verdad. Lucía murió en el más absoluto aislamiento, pues llevaba consigo un secreto que no agradaba a sus superiores. De hecho, algunas personas muy allegadas a la madre Lucía decían que lo que se había publicado no era cierto, que era un fraude planeado y manipulado.


El tercer secreto tendría que ver con las profundas variaciones en la vida religiosa, en el final de los enigmas religiosos tradicionales y en el retorno de la verdad venida desde el cielo. Todo fue mandado a quemar, por ignorancia y por miedo a lo desconocido.


Recordemos que Jesús decía: “Mi reino no es de este mundo”, y tenía razón. Ni Jesús ni su santísima Madre eran de este mundo, eran seres superiores, venidos de las estrellas. Eran guías espirituales llegados para el avance de la humanidad.


Todo esto es muy elevado y solo pueden entenderlo quienes, en su memoria de todos los tiempos, registran en el corazón esta verdad irrefutable.




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