Discusiones en el matrimonio
En el matrimonio, como en todo, encontramos un punto muy importante que puede llevar a una pareja a acabar con su relación: el desbalance en las discusiones.
En este desbalance encontramos, en un extremo, la agresividad; y en el otro, el sometimiento.
En toda relación de pareja se discute, en todo hogar hay diferencias de opinión, existen momentos de crisis y enfados por diversas circunstancias, pero todas ellas se deben manejar con respeto y con balance para lograr que esa relación perdure en el tiempo.
Saber discutir, negociar, es clave para lograr este balance. Toda pareja, con una relación saludable y respetuosa, sabe ceder, sabe también cuándo hacer un alto, cuándo mantenerse firmes y, sobre todo, cuándo ser receptivos y versátiles. Todo esto siempre bajo condiciones de respeto, amor, ternura y amabilidad del uno frente al otro.
Lograr aceptar la equivocación cuando se ha cometido un error puede ser difícil, y puede no ser el remedio para la solución inmediata, pero, en definitiva, es un paso que ayuda a que los ánimos se calmen y que la normalidad sea recuperada.
Hay un concepto que muchos no tienen en cuenta al momento de contraer matrimonio, que, si lo tuvieran, seguramente no existirían divorcios ni separaciones. Este concepto es la prioridad. Cada individuo tiene diversas prioridades, y muchas están regidas por la cultura, la educación, la sensibilidad, el género y la evolución espiritual.
De las prioridades nacidas en la cultura se marcan comportamientos como la anulación de las mujeres o el desaforo de los hombres, entre muchos otros ejemplos. La educación en la pareja debe ser similar, en su sensibilidad y en sus límites, y si esto no fuera así, puede presentarse una separación inminente.
La sensibilidad está en la mente y simplemente se refiere al poder de discernimiento: qué es correcto, qué es soportable, qué es estético, qué es degradable, qué es exagerado, qué es precario…
En las diferencias, en cuanto a las prioridades y a las discusiones, ligadas directamente al género, podemos dar millones de ejemplos, no definitivos, pero sí demostrativos de una tendencia. Para la mujer, por ejemplo, podríamos decir que es vital el orden y la limpieza, mientras que para el hombre podría ser más importante la seguridad y la estabilidad.
De la evolución espiritual hablaremos más adelante, pero lo cierto es que, en el momento de tener una discusión, debemos ser conscientes de la diferencia de prioridades que puede tener nuestra pareja. Entonces, es preciso calmarse, entender, llegar a un punto medio, no gritar, no herir, no dejar en el recuerdo una frase inoportuna y desagradable, no volver al pasado, perdonar y, sobre todo, cultivar la ternura.