Espacio personal en el matrimonio
Al igual que en toda relación, en el matrimonio, la pareja debe poder gozar de un espacio personal justo y balanceado.
Al igual que en toda relación, en el matrimonio, la pareja debe poder gozar de un espacio personal justo y balanceado.
Culturalmente en Colombia, al ser un país principalmente machista, las generaciones han crecido en una veneración a los gustos y los pasatiempos del hombre. Es aún común ver hogares donde no se cocinan ciertos alimentos porque al hombre no le gustan, no se pueden hacer ciertas actividades que incomoden al padre y donde la mujer tiende a dejar de lado su tiempo individual, de esparcimiento y entretenimiento, para cuidar la casa, los hijos y al marido.
Son solo algunos ejemplos de situaciones en las que uno de los dos integrantes de la pareja es el tenido en cuenta en sus gustos, en su espacio y en la importancia del tiempo, pero, verdaderamente, es una inclinación dañina para darle gusto a uno solo y así crear el monstruoso ego de la importancia personal.
Cuando hablamos del sano espacio personal en el matrimonio, le atribuimos a este espacio un balance justo. Si hablamos de equilibrio, hablamos de consideración y de ser especial con la pareja, siendo amorosos y condescendientes con un pasatiempo, un deporte, una costumbre o cualquier actividad, de manera normal, sana y equitativa. Es trascendental tener claro que no podemos permitir que la vida y la forma de vivir de la otra persona exija de nosotros el sacrificio de nuestro tiempo, personalidad y expectativas.
Adicionalmente, lo más sano, es que en un matrimonio estas consideraciones se presenten en doble vía: si yo tengo en cuenta el espacio de mi pareja, lo más lógico es que mi pareja tenga en cuenta mi espacio; lo que yo quiero hacer, lo que es importante para mi desarrollo personal y para mi equilibrio mental. De no existir esta doble vía, es muy posible que la relación llegue a su fin, exista o no una separación formal.
La búsqueda constante del equilibrio en la relación es una muestra fehaciente de amor, respeto y amistad por la pareja.
Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para salvar la unión, y más, si tenemos hijos. Pero, si no hay amistad, si no hay cariño, si no hay respeto, si hay deslealtad, miedo y violencia, es imposible seguir adelante.
Existen muchos casos de parejas que se unen sin estos ingredientes, que se casan o se reúnen por simple atracción, pero luego se dan cuenta que deben ser amigos y llegan a serlo, se dan cuenta de que tienen que respetarse como personas y en su espacio; y muchos de ellos lo logran y viven felices.
Tenemos los ingredientes para la felicidad. El asunto es saberlos agregar a la fórmula del equilibrio. Es cuestión de sensibilidad, de saber dosificar, administrar y manejar los espacios y las distintas personalidades.
Todo esto es un asunto que va más allá de los entrenamientos, es decir, puede ser logrado por personas estudiadas o no, porque depende realmente de la índole espiritual de cada individuo.