La conciencia
Muchas veces ha surgido la pregunta sobre qué es la conciencia humana.
Es el espíritu inmortal que anima a cada ser humano y sobrenatural. Es la chispa divina que se deriva del mismo Padre eterno. Él conoce el pasado, el presente y el futuro de todo cuanto existe. Es el Cristo interno al que se refería el señor Jesús: «Nadie llega al Padre sino por mí». En ese momento personificaba la imagen del Cristo interno.
Ahora bien, la conciencia tiene una voz: aquella verdad que nos habla desde nuestro interior. Es nuestro mismo ser que lleva las cuentas del karma, que nos avisa cuando obramos mal y que busca el constante equilibrio de nuestras acciones. La conciencia es el libro akásico del alma, la voz interior que sabe la diferencia entre la virtud y el defecto.
Una pregunta muy común es si todos los seres humanos tenemos conciencia. La respuesta es: sí. Todos los seres humanos tenemos esta voz interna. La constitución humana presupone la existencia del ser interior, de la conciencia.
Dependiendo de la persona, la conciencia se puede manifestar de maneras diversas. La conciencia sabe el momento en el que debemos conocer los misterios del espíritu. Pero, siempre podemos reconocerla en esa voz que nos avisa, utilizando el poder de la intuición, la forma de corregir el camino y de derrotar el error.
Reconocer la conciencia es un acto muy sencillo. Cuando obramos bien, nos sentimos felices y satisfechos; cuando obramos mal, sentimos remordimiento e intranquilidad. Esa es nuestra conciencia manifestándose. Cuando se logra altura espiritual, se reconoce porque no hay bien ni mal o dualidad; todo es equilibrio.
Una persona que busca el equilibrio y el crecimiento espiritual sabe que reconocer y trabajar en la conciencia es trascendental para esta evolución. Aquel que no busca y no logra la conciencia, nunca sabe de las maravillas del espíritu ni sabe realmente vivir todos los privilegios de ser hijos de Dios.
Para reconocer o reconquistar la conciencia hay que trabajar en los siguientes elementos:
- Perfeccionar la meditación.
- Trabajar fuertemente con los errores mentales.
- Tener un comportamiento amoroso y espiritual.
- Tener conocimiento espiritual de la energía.
- Divulgar el camino de la conciencia.