Cómo enfrentar la infidelidad
La infidelidad es un tema complejo, principalmente, por lo relativo, y por las diferentes posiciones que la gente adopta al respecto.
Hace unos cincuenta años, si un hombre le era infiel a su mujer, la recomendación para ella era que guardara silencio y que resolviera el incidente con discreción. Pero esta circunstancia habla solamente de cómo lidiar con el problema social y culturalmente, mas no ahonda en las características morales que implica esta circunstancia.
Si lo vemos específicamente desde la moralidad, advertimos que una persona que es infiel no es otra que una pareja desleal, que va en contra de una característica implícita de cualquier relación, sin importar si está establecida en un papel o una ceremonia religiosa. Se ha terminado una lealtad que antes estaba implícita y, por lo tanto, es algo sumamente difícil de olvidar. Es como romper una copa de cristal; el recuerdo queda grabado en la memoria.
Ahora bien, el amor es más grande que los recuerdos; es más grande que los errores y el resentimiento.
Hay personas –no todas, ciertamente– que después de cometer un error como este, aprenden, se hacen más fuertes. Su alma, ahora fortalecida, llega a la conclusión de que la lealtad es el camino, que no hay ofrenda más bella que se le pueda dar a su pareja que la lealtad y el amor incondicional.
Solo entonces, si la persona ha aprendido de su error y quiere enmendar realmente lo sucedido, es que es verdaderamente bello que la pareja tenga el don del perdón. Un perdón verdadero, donde el error inolvidable es archivado y sobrepasado por el aprendizaje y el amor. Solamente así será posible neutralizar los malos recuerdos, aceptar el cambio y volver a empezar.