Un verdadero maestro espiritual
Hoy, existe mucho charlatán egocéntrico que se tilda a sí mismo de maestro espiritual, pero recordemos que los verdaderos maestros y guías tienen unas características transversales por las que siempre los podremos reconocer.
¿Cuáles son estas características?
Primero, un maestro siempre habla desde su propia experiencia, desde lo que ha aprendido a través de su desarrollo espiritual, de la meditación. Nunca basará sus palabras en textos o libros u otras enseñanzas de la literatura popular.
Segundo, un maestro nunca alardea de sus capacidades, de su conocimiento o su evolución. Un maestro es sumamente humilde frente a sus poderes y controla permanentemente su vanidad.
Tercero, un verdadero maestro siempre da a entender que su proceso mental y evolutivo va paralelamente con los demás. Nos damos cuenta de su sabiduría por su profundidad, sensibilidad, honestidad y objetividad; nunca va a afirmar que se encuentra en un nivel más elevado o por encima de alguien más.
Cuarto, un maestro espiritual genuino siempre ayuda sin esperar nada a cambio, de hecho, se deshace de cualquier rencor o vanidad que pueda generar la ayuda, pues entiende que esta es un gran instrumento de la gran energía crística universal.
Quinto, un verdadero guía espiritual sabe de las debilidades del ser humano, especialmente de las filosofías y de las religiones, pero nunca las criticará a ellas ni a sus devotos, pues sabe que todas las religiones son necesarias y perfectas en el plan de Dios.
Sexto, un maestro evolucionado tiene grandes poderes, como la clarividencia, la clariaudiencia, la telepatía, los viajes astrales y el poder de hablar todas las lenguas (al recordarlas de sus vidas pasadas), pero jamás utilizará estos poderes para hacer alarde o exhibición, sino únicamente en una emergencia.
Finalmente, para un maestro evolucionado lo más importante en su vida es el desarrollo espiritual, tanto el propio como el de los demás. El resto es un accesorio. Por esto, para un maestro es transcendental enseñar y lograr transmitir a los demás su mensaje espiritual.