El machismo en nuestra sociedad
Durante siglos, la sociedad colombiana ha tenido aspectos machistas desde la crianza, en la que niños y niñas se educan de manera distinta, con algunas ventajas y desventajas.
Desde ese momento, niños y niñas comienzan su vida con un error mental, que se ve reflejado en el trato distinto de ambos sexos y que va hasta la adultez.
Este es un error mental que debe desaparecer lo antes posible: es discriminatorio y utilitarista, que en nada le conviene al desarrollo de la sociedad.
Muchísimos son los casos de niños creciendo con un sentido de superioridad frente a sus hermanas, primas, tías y hasta su propia mamá, cuando se les permite hacer cualquier cosa, incluso, ser maleducados, malgeniados y destructivos por el simple hecho de ser hombres. Estos comportamientos, además, están asociados a características masculinas, por lo que son especialmente fomentados por padres y madres con tendencias machistas.
En esta etapa de la vida comienzan las deformaciones. Recordemos que el ego tiende a deformarse más con el tiempo, lo que quiere decir que un defecto suele empeorarse con los años, llenándose de subdefectos que se forman con los años.
Muchachos que se han criado en estos ambientes machistas tienden a volverse hombres malhumorados y llenos de ira, que menosprecian a las mujeres que los rodean, sin confiar en ellas y frustrados en su realidad. En muchos casos, pueden volcarse a la infidelidad, buscando un juego con mujeres que consideran inferiores.
Si el discurso se repite a lo largo de los años y, aunque sepan en el fondo de su alma que es un comportamiento inadecuado, saben también que en su sociedad está permitido.
Estos hombres, al formar su hogar, tienden a desvincularse de muchos de los aspectos del hogar, entre ellos, la crianza de los hijos –pues «es cosa de mujeres»–, convirtiéndose en padres emocionalmente ausentes, excepto cuando lo hacen para seguir el círculo vicioso del que fueron objeto, para transmitir a la nueva generación las deformaciones de su crianza.
Niñas criadas en estos ambientes tienden a aceptar estos comportamientos negativos como algo normal, convenciéndose a sí mismas de que «todos los hombres son así».
Estas niñas, ahora adultas, tienden a mostrar otros comportamientos igualmente negativos:
Como son mujeres que han crecido en un ambiente donde el hombre es superior, no importa qué tanto estudie, trabaje o se prepare, nunca será mejor que un hombre, por lo tanto, se anula como persona y debe pensar como única alternativa en el hombre como sostén, tutor, mentor y respaldo.
Son mujeres que, sin importar su preparación o postura actual, viven en una sociedad en la que –a pesar de alcanzar cierta igualdad entre los sexos– ganan menos, tienen menos derechos, son doblegadas en el hogar, son quienes tienen que perdonar y quienes no pueden participar en muchas cosas «reservadas» únicamente para los hombres.
Aunque hemos avanzado a pasos agigantados en este aspecto, aún es una realidad para la gran mayoría de mujeres colombianas, por esto, debemos trabajar arduamente para ir erradicando estos errores mentales, de nosotros, de nuestros hijos y, finalmente, de nuestra sociedad.