La experiencia mística es asombrosa
Cada credo, cada fe, cada creencia y cada percepción espiritual interpreta la experiencia de los místicos de manera distinta, cada uno habla de esto con la propia contaminación mental o con el sesgo del grupo religioso al que pertenece.
Las grandes religiones hablan de sus místicos según sus parámetros, acogidos a sus tradiciones y costumbres, y acomodan las experiencias de sus místicos y las visiones de sus místicos a su “modo normal de ver las cosas”, encajan esa experiencia real, en algo ordinario que no contradiga o que no desequilibre lo establecido, que “no desentone” con los dogmas y en esos “cuidados” y en esas “acomodaciones” la verdad se ha desvirtuado. Sumado a esto hay “clasismos” en las religiones y en los movimientos místicos, en los que son admitidos los místicos de otro grupo religioso, pero como personaje secundario o simplemente condenado y criticado en grado sumo y por ignorancia, los que no son relevantes son desdeñados y menospreciados, por ejemplo, para las grandes religiones, los chamanes indígenas son individuos extraños que emiten sonidos y preparan “sus potingues o sus menjurjes”, pero para los chamanes indígenas, los grandes guías y santos de las religiones son hermosos chamanes; esa es la gran diferencia, son opiniones y percepciones, pero si nosotros despojamos de todos esos sesgos a las experiencias místicas de los seres grandes del espiritualismo a escala mundial y ubicamos a todos en la misma línea, en la que están monjes, maestros, místicos, santos, yoguis, chamanes, videntes, guías y magos, llegamos a la conclusión de que comparten puntos en común, desarrollan facultades que toman distintos nombres, en occidente, aquí en América y también en Europa se conocen como facultades paranormales o extrasensoriales, en India se llaman Shidis o poderes espirituales, entonces aquí nos encontramos con el asombroso poder que despierta el trabajo espiritual, el poder de la mirada interna; esos poderes que son tan vistosos, tan curiosos y que producen tantas preguntas muchas de ellas sin respuestas, para los que los tienen, no suelen ser tan cómodos, ni tan espectaculares a nivel social, como es para la generalidad, los místicos “suelen padecer” sus facultades, porque despiertan en los demás una curiosidad y una expectativa tan tensa que no es agradable, pero más allá de esto, se manifiestan y se hacen visibles en estos seres y de alguna manera nos corroboran que existe una realidad que está más allá de lo que vemos.
Algunas de esas facultades se manifiestan todas en una sola persona, como es el caso de Jesús, y en otros personajes se manifiesta un poder que se asocia a ellos especialmente, como las facultades de algunos santos o de algunos yoguis.
Si tratamos de poner en una lista esas facultades, la lista es larga; ver a los ángeles y los seres de otras dimensiones, oír a los maestros de la dimensión del tiempo, viajar a todas partes con los cuerpos espirituales, poder entender sin palabras, tener el poder de multiplicarse en varios sitios, es decir, estar en varios sitios simultáneamente, el don de hacerse invisible, superar barreras físicas como distancias o construcciones, tener visión aérea, atravesar las formas físicas como si se tratara de aire, caminar sobre el agua, leer el pensamiento, traer cosas a distancia, abrir vórtices dimensionales, comunicarse de alguna forma con los elementales, tener la memoria de los siglos, inclusive el recuerdo de sus vidas anteriores. Pero esas facultades o esos Shidis son consecuencia del trabajo y en medio de todo, son formas para desarrollarse más desde el punto de vista espiritual, pero jamás deben ser un objetivo, los grandes seres han visto esos prodigios como inconvenientes, porque aumentan la vanidad de los místicos, los convierten en exhibicionistas de los poderes del espíritu, que luego de que se sienten distintos y privilegiados por sus facultades, decaen y pierden el mensaje y la objetividad.
En el budismo ocurre un fenómeno muy bonito, Buda hablaba continuamente de los poderes que “normalmente” se despiertan en el que trabaja espiritualmente, pero al mismo tiempo les decía a sus monjes: “Ustedes deben aborrecer el ánimo de exhibir sus facultades y deben ser refractarios ante la propuesta externa de mostrar que tienen poder”. Pero no solo Buda se refirió a esto de los poderes, también por ejemplo San Juan de la Cruz, uno de los grandes místicos del cristianismo que vivió en el siglo XVI, gran amigo de Santa Teresa de Jesús, que podía levitar y atravesar paredes y eso no se supo porque quedara oficialmente en la historia, se supo porque en medio de tantas persecuciones por parte de la misma iglesia que lo condenó, lo encarceló, lo persiguió, tanto que en varias ocasiones huyó y aunque en la historia se dicen varias versiones, es bien sabido por crónicas de época que podía volar y atravesar paredes como si fueran aire, como en las historias hindúes o como decían ser los poderes de los Druidas, sin embargo, y en vista de lo que llamaban la atención sus poderes, San Juan de la Cruz escribió acerca de esto en lo que se conoce como el “Escrito acerca de los poderes en la subida al monte caramelo”, en esas frases San Juan de la Cruz, que su nombre verdadero era Juan de Yepes Álvarez, dice textualmente “no podemos ser pretenciosos con los poderes porque puede afectarse nuestra fe, el desarrollo espiritual se hace lento, el alma se apega a esto, y se detiene en lo que no es tan importante, y se nubla de nuevo, si este apego surge, se abre la compuerta hacia lo negro”, por supuesto que todo esto que dijo San Juan de la Cruz se ha interpretado de diversas formas, pero cuando él habla de lo negro, no se refiere al demonio como figura en las traducciones, todo místico sabe que aquello “negro” de lo que habla el santo es el defecto mental, lo que ocurre es que la gente es amarillista y juegan con la manipulación del “susto” a lo desconocido, entonces mencionan “diablo o demonio” y todos se mueren del miedo, pero simplemente se trata de los egos mentales y San Juan de la Cruz dice muy claro que “aunque los poderes viniesen de Dios, si nos apegamos a ellos, nos enredamos en la mente”.
Pero esto de la santidad y de los poderes es visto por cada persona según su cultura y según su percepción tradicional, según su “programación mental”, un chamán por ejemplo, en medio del rigor de la selva o del desierto, prepara de forma disciplinada su mezcla de plantas medicinales, y mientras lo hace ve las figuras de la naturaleza en otras dimensiones, ve millones de verdes, de ocres y de magentas, queda integrado a la naturaleza, en ese estado de Samadi, el chamán se une a la memoria de la selva, de su propio aprendizaje y a las memorias de los seres grandes de las otras dimensiones a las que pueden ver y acceder, ese chamán comprende los desequilibrios del enfermo que tiene que sanar y de la naturaleza circundante y emite en sus voces, palabras de poder, que para nosotros son tediosas pero que en la naturaleza y en el aire mueven vibraciones del espacio, mueven halos de colores y armonizan el entorno natural, modifican las auras, ese chamán está en profunda comunión con sus cuerpos y puede desdoblarse a voluntad varias veces, ese chamán al que vemos tan descuidado en su aspecto físico y casi lo que podríamos considerar como un atavío de harapos, es un caminante perfecto del cosmos, sería más que un santo para cualquier religión, sería un místico o un yogui para otras disciplinas espirituales, que se creen tan elegantes, que no creerían posible un fenómeno tan bello y tan elevado en la persona de un ser tan sencillo de la selva, porque la unión con Dios en la corriente mística, sólo precisa la pureza del corazón y la sensibilidad de la unión espiritual, a la vía del alma poco le importan los “catálogos” de características cuadriculadas que definen a los santos.
Con todo esto debemos considerar que los santos, los chamanes, los monjes, los yoguis tienen en su desarrollo espiritual manifestaciones comunes, en las que logran entrada a esos otros mundos, para ver, oír, comunicarse y muchas veces a transportarse, todos tienen el poder del Samadi, todos aumentan la luz de su aura y pueden desdoblar poderes negros, tienen cambios en sus cuerpos, como situaciones no comunes y desajustes propios del contraste de su energía, algunos inclusive, por instantes, son visiblemente más altos, de forma considerable o se hacen pequeños, pueden levantarse del suelo en ciertos momentos o tener la facultad de la bilocación, como lo hacen los Lamas, es decir, aparecer o ser vistos en 2 lugares al mismo tiempo. Esto de las facultades es tan interesante que vale la pena ampliarlo, vale la pena hablar de los casos extraordinarios que han pasado a la historia.