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Los defectos

Publicado en16/08/2024 Por

Hay una práctica para destruir o para transformar defectos como la ira, los celos, la envidia o el rencor?

Los seres humanos somos mayoritariamente miedosos y perezosos, nos da miedo reconocer los defectos y no somos prestos al trabajo espiritual, esa es la verdad.  En ese sistema de miedo y pereza, queremos que todo sea mágico y que obre “como por encanto”, entonces pensamos que todo tiene su fórmula mágica para solucionar problemas sin tener que trabajar, esto, obviamente es falso, la magia sí existe, pero no de esa manera, incluso la magia tiene lógica especial y sus lineamientos racionales, más allá de los que conocemos.

Existen recursos para momentos de emergencia, como mantras y cierres, pero no son soluciones definitivas a la problemática de los defectos mentales.  Algunos preguntan: ¡¡por favor, hable de un baño o un sahumerio para destruir los defectos, háblenos de un cierre especial para acabar con la ira o con la envidia!! mis queridos oyentes, esto no existe, no hay operaciones mágicas para transformar defectos no hay baños que por arte de magia puedan quitar de nosotros o de los demás la ira y la envidia, tenemos que ser realistas y decirnos la verdad, esto solamente se logra con una meditación especial que yo denominaría: “meditación de la desprogramación”, es tan difícil hablar por la radio de estos métodos avanzados de introspección, y, aunque no pretendo dar a entender todo el proceso en media hora, por lo menos, estoy segura de poder hablarles de la esencia o de lo que significa:

Cuando nosotros estamos en el vientre de la madre, llegan a nosotros fuerzas mentales que tienen relación con la existencia y la identidad, es decir, en los últimos 5 meses (del 4 al 9), sentimos que somos y también que somos nosotros, es algo tan simple y tan sencillo y elemental, que es difícil de entender, al momento de nacer, por la angustia de la primera respiración y de nuestra independencia obligatoria y del cambio drástico a condiciones que rompieron con esa armonía meditativa en la que nos encontrábamos en el saco embrionario, estalla en nosotros una fuerza de impaciencia e intolerancia angustiosa, el nacimiento es una experiencia traumática que todos debemos vivir y por esta razón encarna en nosotros el ego de la ira una fuerza mental que nos acompañó en encarnaciones pasadas y que ahora, desprovisto de la personalidad pasada, participa en la creación de la que le corresponde a este cuerpo, desde este momento iniciamos un camino de programación mental en el que nos convertimos en perfecto CALDO DE CULTIVO, para que se incorporen a nosotros los demás defectos ¿cómo es esto? Desde que nacemos iniciamos un trauma no despreciable, una “educación” traumática en la que nos programan, de la misma forma que se hace con un robot, estamos programados para lo que sea y criados a imagen y semejanza del programador, por esa razón activamos ciertos comandos de nuestra evolución para que algunos defectos se manifiesten más que otros, nosotros manejamos, según el dictamen de nuestra mente los comandos de la supervivencia y la carga defectuosa, hasta que eliminemos cierto miedo ¿miedo de qué?, hasta que eliminemos el miedo de admitir que estamos programados como un robot, yo estoy programada para ser una señora pulcra, cumplidora de mis deberes morales y decorosos de la vida diaria, el señor que pasa por la calle está programado para portarse equilibradamente en su trabajo para que lo asciendan, los multimillonarios programan a sus hijos para que sean multimillonarios y para que puedan soñar en grande, los que son muy cultos, programan a sus hijos cerca de una biblioteca y los muy pobres programan a sus hijos para que sigan siendo pobres, esta programación la logran cortándoles la posibilidad  de estudiar y repitiéndoles todo el día la dificultad de salir de la pobreza.  Y así sucesivamente todos somos programados, en casa somos programados para ser indolentes, para discriminar, para insensibilizarnos ante ciertas situaciones para ser proclives a otras, para ser cuidadosos o descuidados, para ser orgullosos, para ser apegados, para ser resignados o rebeldes, para gozar dando o para solo recibir, nos programan para vivir pendientes de los demás, de sus cosas y de sus realizaciones o nos programan para vivir en nuestra construcción de hogar de puertas para adentro, en medio de una inconsciencia y de un gran egoísmo, muy propio de esta humanidad dormida y “deshumanizada” y en vías de subir un peldaño en la escalera evolutiva, este análisis lo estamos haciendo de manera honesta y descarnada, es decir, no hay campo para preguntar ¿y entonces, que es lo que tenemos que enseñar a nuestros hijos?, es obvio que algunas programaciones son más ventajosas que otras, algunas programaciones son negativas, otras son positivas, pero al fin y al cabo, son:  Programaciones y a la hora de trabajar con el error mental es necesario hablar con la verdad y esto es lo que debemos hacer al iniciar el tema de la “meditación de la desprogramación”.

DESTRUCCIÓN DE LOS DEFECTOS (II)

Habíamos hablado en el programa pasado que no existe pócima milagrosa ni práctica mágica para eliminar o transformar los defectos, también analizábamos que  los defectos transmigran de un cuerpo al otro y que encarnan en la niñez, dado que somos fácil terreno para que lo hagan por la tradicional cultura PROGRAMADORA de la humanidad, en la que los padres programan a los hijos para determinadas cosas.

Es exactamente, mediante esa programación que podemos superar la barrera del ego, en dos fases perfectas, que todos podemos hacer o cumplir, sin complicaciones y a nuestra manera, absolutamente efectivas y equilibradas, son procedimientos perfectos que se siguen en oriente desde hace muchos años y de los que nunca se habla, por no encontrar un lenguaje de comunicación que pueda traducir del Sánscrito o del Mandarín al español y adicionalmente que instale ese conocimiento, “armonizado” a la mentalidad de nosotros los occidentales. En esta comunicación se han cometido muchos errores; en oriente se ha restado la parte analítica de los procedimientos y la mayoría lo hacen como un ritual, con seriedad y devoción, pero sin el contenido ni la fuerza mental que se requiere para hacerlo, para ellos es otra de sus tradiciones casi típicas, casi costumbristas, han caído en el error de tomar a letra muerta su propia tradición de evolución y luz, ese ha sido el error de oriente, en occidente el error ha sido de palabra, interpretación, asimilación y armonización. De palabra, porque nos ha llegado algún conocimiento con palabras distintas a los mantras que no se han traducido, en la mentalidad de una lengua sánscrita, diametralmente distinta a la nuestra. De interpretación, porque se ha malinterpretado el sistema, se ha tergiversado su esencia y concepto, se ha entendido otra cosa. De asimilación, simplemente porque nunca, la gente que tiene acceso a esta instrucción, se ha apropiado del conocimiento nunca lo ha sentido propio y cercano, porque no está armonizado a la mentalidad de la cultura occidental, simplemente se han dedicado a traducir los textos de manera plana, sin más contenido y sin esencia, se han dedicado a pregonar que Bakti es devoción y que Moksha es liberación, pero no han aplicado a cada palabra el concepto, que es lo más importante. Veamos estos dos pasos para el trabajo psicológico con el error mental, pero de manera que lo podamos entender como concepto, con nuestras palabras, y, cada uno de nosotros debe acomodarlo a su propia vida y a su propia forma de hablar y de pensar, estas DOS fases debemos cumplirlas simultáneamente.

  1. Desprogramación analítica.
  2. Reprogramación constructiva.

La fase número 1 es vital, con ella quitamos la destrucción del ego y el perjuicio de su alcance a nosotros mismos y a los demás, esta fase es la que le quita fuerza al error y a su manifestación. Tomemos por ejemplo la ira, es un defecto agresivo y destructor ¿cómo lo desprogramamos de manera analítica?, ¿cómo le quitamos la fuerza? Simplemente analizándolo en acción, con fuerza mental y proyectando su transformación con sentencias mentales definitivas y fuertes para la mente, con órdenes terminantes que lo dejen sin energía para obrar, esta es una meditación que debemos hacer en la QUIETUD, también en el MOVIMIENTO, SENTADOS, RECOSTADOS o CAMINANDO, es decir siempre, en esta oportunidad aprendemos que la meditación no solamente se logra con los ojos CERRADOS, también se puede realizar con los ojos abiertos, pero sigamos con el ejemplo de la ira que teníamos, la gente generalmente reacciona de manera gaseosa cuando se manifiesta el ego de la ira; muchos gritan, dicen groserías, rompen objetos, etc., y los que son más refinados en su reacción; se marchan, dicen palabras o frases injuriosas y ofensivas, cuelgan el teléfono y establecen su “gran importancia personal” frente a la que los demás deberán plegarse.  Todos tenemos recuerdos de ataques de ira, “pataletas” infantiles que en el transcurso de la vida nos han afectado y de las que guardamos recuerdos de afirmación de nuestra gran importancia personal o también, de las que luego sentimos una enorme vergüenza y es exactamente con ese recuerdo con el que debemos trabajar en primer lugar, simplemente recordando, preferiblemente varios episodios de esa manifestación del ego, al tiempo que, con nuestras propias palabras pensamos ¿qué me paso ese día?,  ¿por qué me comporte de esa manera?, yo no soy eso, yo no soy esa reacción, yo no soy esa violencia, esas no son mis palabras, esas son las palabras, la reacción y la violencia del ego ¿yo por qué dije eso a esa persona?, ¿por qué tenía la intención de herir?, mi ser no es así, mi ser no reacciona de esa forma, ¿dónde estaba mi paciencia?, ¿dónde está mi reacción analítica, mi reflexión?, ¿dónde estaba mi poder constructivo?, yo no soy eso, yo no soy esa fuerza que destruye, aparta y divide, yo no soy esa frase descalificadora, yo no soy esa palabra vulgar, yo no soy esa fuerza de consecuencias dolorosas.

Lo mismo para la envidia, recordemos los episodios en los que sentimos verdadera mortificación por el éxito de los demás, por su buen pasar o por su vida más cómoda que la de nosotros, pensemos,  ¿por qué me atormenta la fortuna de fulano o el bienestar de mengano?, ¿qué gano yo con eso?, me fermento, me intoxico con mi propia insatisfacción y no logro nada, me lleno de amargura, verdaderamente yo no soy eso, yo no soy esa fuerza que me obliga a detestar la buena fortuna del otro, yo verdaderamente no necesito lo que esa persona ha logrado, yo como ser humano necesito poco, al nacer no traje nada y al morir no me llevaré nada, todo lo que tengo es prestado y en mi soledad interior solamente tengo mi propio logro espiritual, por más que tenga gente que me rodea.

DESTRUCCIÓN DE LOS DEFECTOS (III)

Les comentaba ayer de la transformación psicológica, de las dos grandes corrientes por las que debemos transitar para desdoblar las fuerzas negras de los yoes defectuosos en la mente.  La primera es “desprogramarse” y la segunda es “Reprogramarse”, es increíble el parecido con los sistemas electrónicos nuevos, lo vemos todos los días, cuando el computador se daña por un virus de la internet, es necesario hacerle un réset al disco duro o a la memoria principal, quitarle todos los programas “desprogramarlo”, cuando esto se haga, entonces se carga con programas nuevos, se “reprograma”.

Nosotros estamos atestados de virus en la mente, estos virus son los mismos egos o errores y para referirnos concretamente a la pregunta de nuestra oyente, estamos llenos de rencor, ira, celos y envidia, tenemos el disco duro en falla de funcionamiento por recarga negativa.

Ayer les comentaba acerca del primer paso o desprogramación analítica, les decía que esto es solamente una pista porque esa dinámica la debemos desarrollar con nuestras propias palabras, yo les hablo en ejemplo, como yo lo analizara, pero es cada persona, con sus palabras y su sentir, quien honestamente debe hacer esta desprogramación en su mente, el trabajo no es de un día para otro, es de años, recordemos que llevamos varias vidas “engordando” los defectos, no vamos a lograr que se transformen como por encanto, el trabajo es largo.

Ayer les citaba el ejemplo de la envidia y de la ira, hoy veamos el caso del rencor, de la gente revanchista y con ánimo de venganza, cual es el análisis ¿por qué tengo esta fuerza que me obliga a la violencia por esta persona que me perjudico?, ¿qué gano con hacerle daño, que gano con equilibrar de forma anormal ese perjuicio?, yo no soy esa violencia, yo no soy esa fuerza que daña, yo no soy ese odio, yo no soy esa ira.  En esos momentos, recordemos cuando éramos niños y no teníamos sentimientos negativos “largos”, nosotros llorábamos y teníamos ira, pero nos duraba poco,  y al momento ya estábamos reconciliados con el supuesto “contendor”.

Para el caso de los celos es un poco más complicado, los celos son una fuerza devastadora que causa muchos daños a la humanidad, la fuerza defectuosa de los celos  nace en el APEGO y en la dependencia, y nuestro trabajo se debe inclinar en este sentido, al momento de sentir celos, debemos desapegarnos del sujeto de los celos, arrancando el sistema de la dependencia, ¿por qué dependo de esta persona si en el fondo de mi ser estoy solo?, ¿por qué creo que con este sentimiento me puedo adueñar de tal persona?,  ¿por qué quiero retener a alguien que no quiere estar conmigo?.

Yo no soy esa fuerza que obliga, que acosa, que retiene, que presiona, yo no puedo decirle a alguien como debe sentir, no es posible obligar a alguien a que me quiera.  Esa es la forma de desprogramar, obviamente, más adelante, les hablaré de otras consideraciones más detalladas de este paso.

El segundo paso es simultáneo, el segundo paso va al tiempo del primero, es la programación constructiva, es el reemplazo en la mente, que también se hace como el primero, el resto de la vida, es un sistema de transformación psicológica revolucionaria es un sistema de guerra a muerte con el error de la mente, sin tregua,  sin descanso, es la batalla de los libros épicos librada en nuestro interior, en el campo de batalla de la mente, en alguna ocasión les decía que  es la misma batalla de kurukshetra que está narrada en el Bágavat Gita, en donde todas esas legiones de guerreros son nuestros defectos, a ellos tenemos que enfrentarlos con valor para cambiarlos para transformarlos y ese proceso lo logramos con la dirección de nuestro ser interno, y cuando tengamos que hacerlo, estaremos asistidos por los grandes maestros de luz “el que tenga oídos, que oiga” como es el sistema de reprogramación.

También se hace en momentos “de paz” y en momentos críticos, es la nueva concepción de nuestra mente retomada de nuestra época de inocencia, es la nueva forma de pensar en el momento en el que nos encontramos libres de las tendencias negativas que se nos han “pegado” con el paso de los años, es la nueva forma de ver el mundo cuando nos despojamos del filtro con el que vemos distorsionada la vida.

Tomemos como ejemplo de nuevo a la ira, veamos cómo esa reprogramación la podemos hacer con sentencias mentales poderosas o con proclamaciones energéticas, en las que la mente encuentra un nuevo cauce para manifestarse, esto se hace después de analizar el defecto y después de saber lo que no somos, después de ser conscientes de lo que no es nuestro ser, en ese momento pensamos con nuestras palabras:

Yo soy la fuerza que construye, todo aquello que oigo, todo aquello que veo y que usualmente me irrita, ahora me fortalece, me construye, me hace un examen de mi propia resistencia, aquella persona que me agrede tiene ira en su mente como yo la tengo, pero esta persona no tiene la posibilidad de transformarla, su momento llegará más adelante, ahora en mí se manifiesta la paciencia, la tolerancia, la humildad bien entendida, el ánimo  de construir de no dejarme afectar con esto, ahora recuerdo cuando dejaba que me invadiera el sentimiento de rencor, entonces contestaba, entonces reaccionaba negativamente, entonces se imponía mi “falsa importancia personal”, ahora no reacciono de esa forma, ahora observo, observo la situación y me veo a mi mismo, ahora esa fuerza no me maneja, ahora soy construcción, solidaridad, ahora soy amor, ahora comprendo la necedad de aquel que yo creía que era mi contendor, ahora lo veo como a un hijo.  Estos dos pasos se hacen toda la vida, el resultado es magnífico, es uno de los grandes regalos que podemos dar, cuando obsequiamos con esta enseñanza.

DESTRUCCIÓN DE LOS DEFECTOS (IV)

El sistema de  transformación psicológica es largo, porque es toda la vida, es difícil, porque significa cambiar los hábitos, significa cambiar de vida, no obstante es simple, porque es cambiar un concepto sencillo por otro y para esto es necesario utilizar la meditación, la observación, el poder mental y la proclamación de este cambio, esa proclamación se hace mentalmente y es necesario tanto con lo que abandonamos, como con lo que adoptamos.

La transformación del ego es dejar de ser amarillo para ser azul, es dejar de ser defecto, para ser cualidad o virtud, así de simple. Primero debemos reconocer que el error existe, debemos saber cómo afecta nuestra vida, de qué manera se manifiesta y en que oportunidades lo hace, pero esto no debe ser una tortura para nosotros, ni motivo de mortificación por no comprender lo que debemos hacer. Por ejemplo pensemos en la ira, en primer lugar es difícil que alguien  no padezca de este horrible defecto, todos tenemos ira, pero no es así con todos los defectos, nadie reconoce por ejemplo, que es envidioso, no toda la humanidad es envidiosa, pero los que lo son lo niegan hasta morir y algo parecido ocurre con los celosos, de cualquier forma, en el fondo y secreto de nuestro corazón, debemos reconocerlo.

¿Cómo afecta la ira nuestra vida?, nos aparta de la sociedad, nos obliga a maltratar a nuestros seres queridos, produce violencia, genera tragedias, atemoriza y mortifica a los demás, nos agota desde el punto de vista energético, reduce nuestras oportunidades, la gente se aleja de nosotros  y luego nos preguntamos ¿qué paso? ¿quién nos “metería” en un enredo?, y en realidad fuimos nosotros mismos, fue nuestra ira, nuestra reacción irreflexiva, nuestra impaciencia, la ira destruye las relaciones, lesiona severamente los lazos afectivos.

¿Cómo se manifiesta?, no es difícil recordar cómo nos comportamos con ira; subimos la voz, decimos “palabrotas”, nos comportamos despectivos, humillantes, decimos palabras hirientes, somos exagerados, somos erráticos, inexactos, queremos desahogarnos, todo se escapa de control y en el peor de los casos nos vamos a las manos, arrojamos objetos y somos agresivos físicamente contra la gente. Para contestarnos esta pregunta no necesitamos ser doctos ni ilustrados, ni universitarios, nosotros sabemos cómo se manifiesta un defecto en nosotros.

La siguiente pregunta es ¿en qué oportunidad se manifiesta el defecto?, si seguimos con la ira, la respuesta es simple:  nos enfurecemos principalmente   por miedo, no lo identificamos de esta forma, porque estamos acostumbrados a denominarlo de otra forma, la causa es el temor, cuando nos enfrentan a una realidad que no queremos admitir o recordar, cuando teníamos un “andamio” en la cabeza que se derrumbó por cosas del karma, cuando no se realizó milimétricamente lo que queríamos, cuando se vio afectada de alguna manera nuestra comodidad, cuando hirieron gravemente nuestra “importancia personal” y muchas otras causas, que son particulares para cada uno y que sería  imposible enumerar, sin embargo, todos somos pacientes para algunas cosas e intolerantes para otras, eso es claro, entonces tendremos que identificar aquello con lo que reaccionamos, una vez realicemos este trabajo, podemos comenzar el primer paso, es decir llegar a la médula, significa llegar a la nulidad del ego, esto se hace trabajando, caminando, trabajando, estudiando, viendo televisión, hablando con los demás y también en profundo estado de meditación, en todo momento, es fácil cuando logramos el entrenamiento y la costumbre, debemos hacerlo todos los días, yo no soy este temperamento alterado yo no soy esa destrucción y ese miedo, con ese primer paso llegamos a la médula de lo que en verdad somos, llegamos al centro de nosotros mismos y vamos a asombrarnos, porque en medio de una discusión o en medio de una crisis estaremos felices con nuestro autocontrol y la otra persona que está alterada, reducirá su fuerza y entrará en análisis automáticamente, entonces el beneficio no será solamente nuestro, también redundará en beneficio de los demás.

Con el segundo paso estaremos proclamando el cambio en toda nuestra mente:  yo soy tolerancia, yo soy solidaridad, yo soy paciencia, esa sentencia de poder mental reafirma nuestro cambio, nos compromete rápidamente con la muerte del error y el nacimiento de la virtud.

Esa proclamación se puede convertir en algo mejor aún, esta proclamación se puede convertir en una programación positiva, en una fuerza que nos impulsa a evolucionar y a cumplir los sueños ¿por qué razón?, ¿cómo se hace esto?, es muy sencillo, simplemente porque más allá de decir, yo soy la paciencia, podemos decir, yo soy el éxito, yo soy la productividad, yo soy el trabajo, yo soy el cumplimiento de mis sueños, yo soy la abundancia, la generosidad, todo me “sale” bien, todo se soluciona, yo soy la solución, yo soy el buen resultado de lo que me propongo.

Todo se lleva a feliz término porque estamos siguiendo la regla básica del equilibrio, porque estamos quemando los pasos que requiere la mente para funcionar, precisamente el primer paso es lo que llaman los budistas el “vaciamiento” y lo que se denomina en el Zen la “vacuidad” y el segundo paso la iluminación y aquello que va más allá yo soy el éxito, es el poder mental, y, en efecto es así, estamos pronunciando frases poderosas que significan ordenes terminantes, sentencias poderosas, proclamaciones energéticas que con toda seguridad se convertirán en hechos, estamos prácticamente diciéndonos a nosotros mismos “yo te ordeno que seas exitoso”.

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