Mal de ojo
¿El mal de ojo es un mito de tiempos pasados? ¿Existe de verdad?
Dentro de los mitos, costumbres, tradiciones y creencias, quizá una de las más extendidas y que tiene más creyentes, es la de mal de ojo, es increíble la antigüedad de esta creencia, la encontramos hace miles de años en pueblos judíos, celtas, Vikingos, los Turcos toda la vida han creído en eso, antes y después de Mahoma. Los Mayas creían en el mal de ojo y hasta los viejos escritos Védicos de la India dan explicación a la existencia del mal de ojo, dicen que es una energía complicada por efecto de la envidia mezclada con la fuerza negativa de alguna persona en los ojos, “gente de mirada muy fuerte” y que tiene relación con el poder negativo de algunos centros cerebrales, entre los Vascos, los Italianos, los Irlandeses y los Gitanos e inclusive entre los Turcos, la creencia dice que en el mal de ojo se cumple el deseo de la envidia, que el envidioso logra su deseo de dañar con el solo hecho de mirar a su víctima. Esto se conoce en castellano con una palabra muy graciosa: Aojamiento.
La tradición del mal de ojo no se sabe exactamente de dónde es, ni quién diseminó la creencia, lo cierto es que más allá de las religiones y de las culturas existe el pleno conocimiento y lo cierto es que sí hay gente con fuerza mental negativa, sí hay gente con mirada fuerte, independiente de que tengan los ojos claros o no, sí hay gente que comunica energías digamos “pesadas” con la sola mirada.
Tradicionalmente se dice que los más afectados son los niños, las jovencitas y los ancianos, exactamente el asunto principalmente ocurriría a los niños rozagantes y gorditos muy saludables, que después de una mirada cambian y hasta se “descuajan” (de esto hablamos después), las jovencitas también son “población de ataque”, las jovencitas bonitas, las miran y les producen “pava”, es decir, quedan solas, no se les acerca nadie y no consiguen novio, después de que alguien las mira con envidia; y los ancianos son vulnerables, principalmente si después de pasados los años, tienen buen pasar o han conseguido algo y el asunto se detecta por el lado de la salud, y esta creencia sí que es extendida.
Hay otro aspecto importante a mencionar y es la “mirada de muerto” que consiste en que una persona que muere y queda con los ojos abiertos, sea mirada con insistencia por alguien, en este caso quedaría “aojado”.
Los remedios para todos estos casos tradicionales de mal de ojo, a través de la historia pasan de ser, desde simpáticos hasta ridículos y esa creencia se ha mezclado con cosas ciertas, principalmente con ciertos amuletos o específicamente en el caso del mal de ojo con “amuladores” para combatir esa mala energía y entre los primeros están los vasitos diminutos de ámbar, llamados también los “vasitos de bebé” que ponían los reyes cerca de la cuna de los príncipes, la preocupación era tan grande, que llegaron a colgar el vasito de ámbar del cuello del bebé, con una camándula de ámbar, imaginen ustedes una camándula de ámbar con un vaso pequeño de ámbar, colgado al cuello del bebé, da risa el remedio.
Y es algo parecido al origen de los “escapularios”, que eran pequeños fragmentos del nuevo testamento, colgados de una bolsita que con toda seguridad son copia o son la misma tradición judía llamada Ayínja rá que consistía en versos en versos del Antiguo Testamento para combatir el mal de ojo, ese comienzo u origen de los escapularios, cuando yo estaba pequeña, hace ya varios años, se llamaba “los evangelios” y estaba ideado solamente para el mal de ojo y de allí todas las medallitas con toda clase de santicos y signos de toda clase, entre ellos está la Cruz de Anj entre los egipcios, que viene del cruce de juncos con los signos de “devuelta” que entre otras cosas, los egipcios eran los más científicos para combatir el mal, ellos sabían de cierres y la cruz de Ank o Anj viene precisamente del cierre de juncos, el cierre es el método más científico, pero dejando de lado el cierre, que es el método más efectivo, a lo largo del tiempo han existido remedios para “morirse de la risa”, remedios que no puedo dejar de comentarles, como pegar a los niños al cuello o a la cabeza un diente de jabalí o de cerdo y ustedes no pueden imaginar los métodos para pegar ese diente, o un carbón vegetal pegado a la pierna entre las jovencitas. Pero había uno más complicado, llevar por la mamá y por el bebé un fragmento “grandecito” del cordón umbilical con una cinta de colores, colgado del cuello, no me imagino a la mamá o al niño con una cinta roja y un trozo de cordón umbilical, aquello debía ser horrible, pero hay algo más complicado: en muchas culturas, se consideraba que la saliva era el remedio más preciado y el más efectivo y esto llegó de China, por ciertas características verdaderas y curativas de la saliva, pero esto fue malinterpretado y llevado a la equivocación, hasta el punto de que hace muchos años, estoy hablando de 300 ó 200 años o incluso, se sabe que hace 100 años en Francia o Alemania, los padres escupían 3 veces a los niños antes de salir a la calle para protegerlos y los adultos se escupían tres veces en la espalda antes de salir a la calle, pero había algo bueno, a los niños solo los escupían 2 veces y a los bebés solo una vez mientras les decían “Con Dios y sin mal de ojo” y esto no es exclusivo de Europa y de América en la Colonia; los indígenas del Amazonas para hacer sus “limpias”, muy efectivas por cierto, escupen en forma de “Spray” extractos y “hervidos” de plantas medicinales.
También es bien simpático el cuento de los “niños sucios” o de los “niños puercos”, principalmente en Europa, que se llegó a decir que era de buena suerte que los niños se llenaran de suciedad y de barro y que todo ese barro y esa suciedad los protegía, el fondo de esto era distinto, la verdad, los padres pensaban que cuanto más sucio se veía el niño, más pasaba desapercibido y menos los envidiaban, menos mostraban su aspecto saludable a ojos envidiosos.
Pero les quiero comentar un dato aún más gracioso, el 1 de Diciembre de 1.972, la Asociación Antropológica Americana, celebró en Toronto el “Congreso Mundial del mal de ojo” y grandes doctores, psiquiatras y antropólogos hablaron de lo que a ellos les parecía el mal de ojo, se dijo de todo, “que eran aberraciones y miedos sexuales y de fertilidad”, “que eran niveladores sociales y castigos mentales para los arribistas”, hablaron de “paranoia” y de mil conclusiones absurdas, más absurdas que las historias y aún más absurdas que los remedios que les acabo de contar.
Lo cierto es que sí existen energías negativas y que sí hay percepción o sensibilidad de ciertas personas para “darse cuenta” o llegar a establecer que se presenta este fenómeno, lo cierto es que el ser humano sí intenta de alguna forma contrarrestar el efecto de estas fuerzas, por ejemplo con objetos famosos como el Ojo de Santa Lucía, que es un nombre occidental que se le ha puesto al “Nasar”, que es un ojo de vidrio azul que venden en la calle, o varios ojitos de esos, engarzados en cadenas, los Egipcios dicen que el origen es en Egipto, los Turcos aseguran que los ojitos son Turcos, también los Libaneses, lo cierto es que estos ojos tienen origen en Sumeria, en la Tierra de Ur, hoy Irán, me parece un objeto decorativo, simpático y curioso, pero sigo pensando, a la luz de la energía del corazón, que la mejor forma de contrarrestar lo que se conoce con “mal de ojo” es con la estructura humana y con su aura, es decir con el cierre, es lo más efectivo, todo lo que nos indique y lo que nos recuerde el cierre, la cruz cerrada, ya sea la cruz clásica o la cruz anzada y obviamente nuestra actitud de cierre, la intención de cerrar, de cerrar la cruz, en nosotros mismos, en alguien o en un recinto, el cierre, más que cualquier remedio simpático que aparte de que no son efectivos, son insólitos.