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El cuerpo humano: una máquina compleja y sofisticada

Publicado en24/01/2025 Por

Y no solo el cuerpo humano material, los cuerpos de la evolución humana.

Porque tenemos varios cuerpos, esto suele comentarse de manera muy coloquial, pero esa apreciación inconsciente no corresponde con las grandes maravillas de nuestra existencia, nosotros decimos que en los procesos espirituales avanzados tenemos que estudiar el cerebro y la médula espinal y no sabemos la enorme complejidad que esto encierra; la energía, las neuronas, los puentes con el cuerpo de tiempo, las conexiones con otras dimensiones, los puentes con otros cuerpos como el cuerpo de la mente o con el mundo del alma; pero para no ir tan lejos, la estructura humana es un misterio para todos en el plano físico, nada más lo material ya es un misterio, especialistas en todas las ramas de la ciencia coinciden que no sabemos mayor cosa del cerebro y que aún estamos en pañales para desentrañar sus misterios, aunque poco a poco se van conociendo aspectos importantes, pero esto es lento, se requieren más años. En la sabiduría antigua, en lo que concierne al Tao y a los vedas, podemos encontrar datos increíbles de anatomía sagrada, de la composición de los cuerpos, de los puntos de luz y de los canales en los que se mueve esa luz y encontramos toda la ciencia del resplandor de los cuerpos, inclusive los yoguis nos dicen, hace cientos y cientos de años, que cada uno de nuestros cuerpos tiene un resplandor, un aura, el cuerpo astral, por ejemplo, tiene un aura gigante característica, que con el trabajo de la meditación y de la luz se va haciendo más grande y esas mismas escrituras dicen que el cuerpo material tiene un resplandor, el aura, condicionada por el desarrollo espiritual, por la salud, por la piel, determinada también por las características del alma, esa aura es compleja, tiene color, tiene brillo, tiene ciertos límites, tiene luz, tiene texturas invisibles. La ciencia está muy lejos aún de estos conocimientos, pero hoy ha salido una noticia en la BBC News, es muy linda la noticia, porque es un primer paso incipiente en el estudio del aura, ya la ciencia está hablando de eso y las palabras son curiosas y coincidentes, veamos:

Qué es el exposoma humano: el “aura viviente” individual que nos rodea (y qué dice de nuestra salud)

Un grupo de científicos de Estados Unidos estudiaron el exposoma humano por cinco años para demostrar que cada persona está rodeada de una “nube” individual de microorganismos y otros compuestos químicos. Los nuevos hallazgos sientan las bases para importantes avances en el campo de la salud.

Es fácil pensar que la idea de un “aura” que nos rodea pertenece estrictamente al plano de lo esotérico.

Pero, esoterismo aparte, la ciencia sí ha demostrado la existencia de un “aura viviente” individual: se llama exposoma humano y no tiene nada que ver con las energías espirituales.

El término describe esa nube personal de microorganismos, elementos químicos y otros compuestos que en efecto van con nosotros a dondequiera que estemos.

El exposoma constituye el centro de un estudio que durante cinco años desarrolló un grupo de genetistas de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos).

Y aunque la ciencia ya tenía nociones sobre este concepto, la investigación, publicada en la revista científica Cell a mediados de octubre, demostró que es posible medir “a nivel individual” los elementos del ambiente a los que está expuesta cada persona.

Michael Snyder -de quien fue la idea original del estudio- dijo a BBC Mundo que lo más relevante “es que estas mediciones pueden hacer una gran diferencia en la manera de estudiar y prevenir padecimientos como el asma y las alergias”, lo cual hace un importante aporte al campo de la salud.

El experimento

Para su experimento los investigadores fabricaron un pequeño dispositivo para monitorear el aire y lo ataron al brazo de 15 voluntarios, quienes fueron expuestos a diferentes locaciones mientras el dispositivo absorbía muestras tanto de sus órbitas personales como del ambiente que los rodeaba.

Los elementos recolectados por el dispositivo (bacterias, hongos, virus, etcétera) arrojaron secuencias de ADN y ARN que conformaron un perfil químico único para cada voluntario.

Al final del estudio -que comprendió cientos de miles de lecturas- los investigadores lograron acumular una gran cantidad de datos sobre los componentes de su propio exposoma.

El propio Snyder, quien usó uno de los dispositivos durante el estudio, encontró que en el suyo estaban presentes compuestos como el polen de eucalipto, presumiblemente la causa de una alergia que padeció en el pasado.

Nube individual

Lo que se sabía del exposoma humano antes de que Snyder y su equipo dieran a conocer los resultados de su investigación es que ciertamente los individuos están expuestos a una serie de elementos presentes en el ambiente.

Sin embargo, las mediciones en este sentido solo se habían desarrollado a gran escala y no a nivel individual.

“Por eso nos centramos principalmente en las partículas diminutas presentes en la atmósfera, que son resultado de la contaminación y acaban siendo absorbidas hacia los pulmones”, explica Chao Jiang, otro de los autores del estudio.

Hasta este momento el exposoma también solo se había analizado en sitios fijos de la ciudad en los que un dispositivo recolectaba una muestra de aire.

“Ahora podemos seguir los elementos a los que está expuesta cualquier persona, dondequiera que esté”, asegura Snyder.

Los voluntarios se movieron por distintas zonas de la Bahía de San Francisco y se demostró que, incluso cuando estaban en el mismo sitio, sus exposomas eran diferentes.

Esto confirma que cada individuo está rodeado por su propia nube microbiana, que recoge y expulsa continuamente a su alrededor.

Los autores del estudio coinciden en que el mayor aporte de esta nueva información será en el campo de la salud humana, la cual no solo está determinada por factores genéticos, sino también ambientales.

“Se han estudiado mucho los factores genéticos, pero no se conoce tanto sobre cómo la exposición ambiental afecta la salud de las personas”, asegura Jiang.

El científico piensa que esta nueva profundización en el conocimiento del exposoma humano será clave para entender e incluso prevenir padecimientos como el cáncer, el asma, las alergias y algunas enfermedades cardíacas y respiratorias.

De hecho, uno de los hallazgos más relevantes de la exhaustiva investigación fue que se encontró partículas de repelentes contra insectos en todas las muestras recolectadas.

“Las personas podrían estar aspirando este compuesto -que no se conoce cuan tóxico es para la salud- así como el dietilenglicol, que sí es altamente cancerígeno y fue hallado en todas partes”, dice Snyder.

Él, Jiang y sus demás compañeros no han terminado de estudiar el “aura viviente” que nos rodea.

Y para responder a la pregunta de BBC sobre los próximos posibles pasos de la investigación, los genetistas esbozan un plan.

“Queremos hacer un dispositivo más barato, para que cualquiera pueda mapear sus exposiciones individuales al ambiente”, dice Jiang.

“Padecimientos como el asma y las alergias podrán controlarse mucho mejor cuando seamos capaces de entender a qué están reaccionando esos pacientes”, explica.

A mediano plazo, el equipo también planea implementar esta tecnología en aquellos lugares donde las personas son más vulnerables a contagios ambientales, como los hospitales y las guarderías.

Aún solo se habla del aura microbiológica, de la propia nube vital, de la propia contaminación, del aura de partículas que siempre llevamos con nosotros, como la nube de lluvia de los locos Adams y en esto las percepciones son incompletas, la ciencia solo piensa en microbios, en vapor, en partículas, en células, en sustancias químicas que vamos a inhalar y los místicos solo piensan en energía, luz, colores, en las impurezas astrales, en las opacidades y en el desarrollo espiritual y resulta que en efecto, todo eso existe y aún más, desconocemos la estructura invisible de nuestro propio magnetismo y de nuestro campo magnético, desconocemos nuestras emanaciones de luz y las líneas energéticas y las ondas energéticas que se desprenden de nosotros y tenemos que juntar todo, tenemos que unir energía con las distintas partículas y sustancias que orbitan alrededor nuestro, el aura encierra esa complejidad, el aura encierra esa sumatoria, el aura es temperatura, vapor, energía, luz, contaminantes, sustancias, células desprendidas, esporas de hongos, hifas de hongos, polen, esencias en microesferas en nano-volúmenes, el aura es también un conjunto de “cosas” que se pegan a nosotros por afinidad y por polaridad, y no solo “cosas” físicas, también hay otros factores “que se pegan”, esto es un hecho, cosas mentales, luces que vienen en otros estados de conciencia.

El aura física se modifica con la meditación, con el pensamiento, con el movimiento, la respiración, la salud, la actitud, los defectos y las emociones. El aura no es un tema superficial como siempre se nos ha dicho, el aura es una entidad compleja, forma parte de nosotros, está en nuestra memoria espiritual, en la memoria perdida, está en ese examen retrospectivo que no hemos hecho y que nos espera, para reencontrarnos con el registro de todos los tiempos, porque existe una realidad más allá de lo que vemos, pero la hemos olvidado.

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