La existencia del alma y de los cuerpos
No es fácil reconocer la existencia de los distintos cuerpos.
En el mundo espiritual rescatamos de la memoria mística muchas verdades que no son fáciles de entender porque las hemos olvidado durante siglos y siglos, no es fácil reconocer la existencia de los distintos cuerpos, en ciertas ocasiones hay que verlo en principio como una posibilidad, luego “verle la lógica” y luego experimentarlo en nuestra conciencia.
El cuerpo menos difícil de explicar es el astral, porque de alguna manera somos cercanos al desdoblamiento, todos los seres humanos en ciertos momentos experimentan un estado de dejar el cuerpo material, y las experiencias son numerosas, algunos dicen: “sentí que salía del cuarto”, “sentí que me hundía en la cama” “que me iba hacia atrás” “sentí que veía mi cuerpo dormido” o en otros casos, situaciones más elaboradas, como vivir un sueño tan increíblemente real que decimos: “eso no era un sueño, yo viví eso, yo lo experimenté, no era un sueño, fue real”, entonces el cuerpo astral es un asunto casi que cotidiano, vivimos o experimentamos algunas instantáneas modalidades de desdoblamiento, entonces cuando decimos que todas las noches la conciencia se escapa en otro cuerpo y deambulamos inconscientes en otra dimensión, que llamamos el mundo de los sueños, a nadie le parece absurdo, es cercano, es lógico, “puede ser así”.
Pero cuando hablamos de otros conceptos como el alma, el espíritu o la mente, en ese momento inician las dificultades, porque aunque también forman parte de nosotros, estamos afectados por la pérdida de la memoria hace miles de años en la humanidad, esa pérdida ha sido catastrófica, porque junto con la memoria hemos perdido nuestras facultades extraordinarias, nuestros sentidos internos y nuestros poderes místicos. Los seres humanos somos ángeles que no recuerdan lo que son, somos seres de luz que olvidaron el camino, somos entidades poderosas que desconocen su potencial. En los cuentos de hadas de Hansel y Gretel y de Pulgarcito, ambos cuentos narrados por los hermanos Grimm, los niños dejan regar migas de pan para recordar el camino de vuelta, las aves se comen las migas y desaparece la memoria de regreso en la cabeza de los niños, de estos mismos cuentos también hay una versión de Perrault y es que estos cuentos de hadas eran en realidad, las famosas sagas de Islandia de las que tanto les he hablado y esas sagas son un remanente espiritual de la memoria perdida, tanto es así, que los cuentistas de fama mundial como los hermanos Grimm, Perrault o Andersen, son narradores de la historia antigua, ellos se han ingeniado la manera de pasar esas sagas a lenguaje sencillo para ser entendidos por todos, hasta por los niños, pero esas sagas son la historia remanente de otras humanidades que nos dejaron esas pistas para retomar el camino, esa es la memoria del alma, del ser y de la mente superior.
Y aún llegamos al centro de la desmemoria; no estamos acostumbrados a pensar en términos del “alma” o en términos de la mente, a menudo la gente se pregunta: ¿Luego el alma y la mente no son la misma cosa?” Claro que no, son entidades que pertenecen a nosotros pero que no son lo mismo, de igual manera, nosotros tenemos por ejemplo, piel, músculos y huesos, todos pertenecen a nosotros, todos son componentes de nosotros que existen al mismo tiempo, se ayudan y se complementan, nosotros entendemos que los huesos están contenidos y cubiertos por los músculos y a su vez, la piel recubre todo esto, así son los cuerpos.
Lo más sublime que nosotros tenemos, lo más superior, lo más iluminado, lo más puro y perfecto es el Ser en las dimensiones más elevadas, en cada idioma tiene su nombre y en cada tradición, es el Ser en todas las tradiciones, el Cristo interior desde el cristianismo primitivo, el Ain Suf para los hebreos, es el mismo Vésen en el lenguaje Ogam viejo y es curioso hoy en alemán “Wesen” es esencia, tiene toda la relación del mundo, porque el Cristo interno es nuestra esencia, el Ser es esa ventana que tenemos para mirar al infinito, el Ser es un punto de luz en el que unimos a la red infinita del cosmos, una red que existe en el universo, de esa red hablaban los cabalistas, los alquimistas, los tao, los vedas y los mayas.
La existencia del Ser o del Cristo interior la tenemos que comprender en este momento de la evolución, con nuestra intuición superior, porque la mente no comprende algo tan grande con sus medidas finitas, la mente en este momento está “encandilada” con el mundo material y piensa que la materia es lo único que existe.
Pero si bajamos otro nivel, nos encontramos con el alma y el alma ya es una entidad más particular, es “algo así” como una “personalidad espiritual” y esto es algo que debemos entender con la mente abierta de los niños, porque no podemos confundirnos con la personalidad común que conocemos, esa personalidad que conocemos desaparece con cada cuerpo físico, por ejemplo, mis dos cuerpos físicos anteriores con los que encarné en el pasado, por ejemplo, existieron en Europa y yo tenía esas personalidades correspondientes a las tradiciones de Europa, en esta vida nací en Colombia, pero mis padres me criaron con tradición europea, aunque en Barranquilla y Bogotá, pero aún con éste vínculo, jamás la personalidad es la misma, la personalidad desaparece con cada cuerpo. Pero, hay un rasgo espiritual, una personalidad espiritual que se conserva, un rasgo que permanece aunque encarnemos miles y miles de veces, esa parte de nuestra existencia espiritual es el alma, es una huella digital que siempre conservamos y que nos hace particulares, únicos, especiales y es una característica de nosotros que se enriquece con los siglos y con los milenios, esa riqueza y ese recorrido es lo que determina que el alma tenga una misión grande espiritual.
La mente es otro aspecto un tanto difícil de explicar, pero esa explicación nos ayuda a darla la misma ciencia, y esas pistas las podemos encontrar en ciencias tan modernas como la neurología y la neurocirugía, y se encuentra uno con conocimientos hermosos y coincidentes con la sabiduría de los místicos, por ejemplo, hace algún tiempo se creía que ciertas memorias nuestras estaban guardadas en un punto del cerebro o en ciertas zonas del cerebro y recientemente se vio que personas a las que, por un accidente o enfermedad, les extirparon parte del cerebro, conservaban la memoria y seguían funcionando, esto revolucionó el entendimiento de la mente y esto cambió para siempre el entendimiento del cerebro, para los científicos, el cerebro dejó de ser una “máquina electrónica simple” y pasó a ser algo que desconocían más de lo que pensaban, entre ellos hay un grupo para el que el cerebro no es “una máquina productora de energía”, para ellos el cerebro es un “receptor”, como un radio y aquí es que comienza la revolución del conocimiento de la verdad y esto es tan simple como entender la base de una transmisión de radio; Ninguno de mis oyentes piensa que yo estoy comprimida en el interior de un aparato de radio, todos saben que es una señal que llega a un receptor, es eso lo que ya están comprendiendo los científicos, que el cerebro es algo muy sofisticado, a donde llega una “transmisión muy sofisticada”, de aquí se comienza a comprender que podemos ser seres que existen en muchas dimensiones, aquí es que entendemos dónde está la esencia y lo importante, aquí es que inician teorías científicas tan revolucionarias como la “mente holográfica”, como las conexiones increíbles entre la materia y “lo que está más allá”.
Esa unión de la ciencia y la mística ya se está dando y ese punto tan interesante de las neurociencias ya casi místicas, vale la pena que lo tratemos más adelante.