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La depresión y cómo combatirla

Publicado en07/09/2017 Por

Para una persona que está invadida de depresiones, los deseos de seguir viviendo pueden ponerse en duda. Y es que el verdadero peligro de las depresiones son los pensamientos suicidas. El deprimido se encuentra en una situación de dolor a la que no le ve fin, de la que está agotado y de la que preferiría escapar. ¿De dónde puede extraer la fuerza y los deseos para continuar viviendo?

Para una persona que está invadida de depresiones, los deseos de seguir viviendo pueden ponerse en duda. Y es que el verdadero peligro de las depresiones son los pensamientos suicidas. El deprimido se encuentra en una situación de dolor a la que no le ve fin, de la que está agotado y de la que preferiría escapar. ¿De dónde puede extraer la fuerza y los deseos para continuar viviendo?

Escapar de la situación que nos agobia no es la solución y hay que saber que el suicidio es una puerta falsa que realmente nos cierra todos los caminos de recuperación. La gran mayoría de las personas que han intentado el suicidio y felizmente han fracasado, se arrepienten y se alegran de seguir viviendo, pues, con el tiempo, los problemas cambian, puede que ya no parezcan tan graves y, sobre todo, tienen la oportunidad de recuperar su felicidad o de conquistarla si antes no la disfrutaban.

Uno de los más grandes hombres de América, José Martí, escribió acerca del suicidio como pocos podrían hacerlo:

“Golpear la vida es más hermoso que abatirse y tenderse en tierra por sus golpes. Debemos aprender a curar nuestras heridas, a no dejarlas abiertas. Si hemos nacido para asombrar al mundo, no debemos equivocarnos para juzgarlo; tenemos el deber de adivinar la grandeza. El peso de la vida se ha hecho para algo: para llevarlo.


“Nadie tiene el derecho de morir mientras que para seguir la vida que le dieron le quede un pensamiento, un espanto, una esperanza, una gota de sangre, un nervio en pie. Para pedestal, no para sepulcro, se hizo la tierra, puesto que está tendida a nuestros pies. Hay que renacer después de las tormentas de la vida. Las cosas no vienen siempre a nosotros, debemos ir hacia las cosas para alcanzarlas. Si la fortuna nos produce accidentes desgraciados, la gloria está en vencer, y la generosidad en dar lección a la fortuna. Si nacemos pobres, hagámonos ricos; si nacimos abandonados, apoyemos a los demás; si sentimos el sol en el alma, ¡que gran crimen echar tierra oscura sobre el sol!


“Somos responsables de las fuerzas que Dios nos confía. ¿Quién tiene derecho para privar a los demás de la utilidad de nuestra vida? ¿De esas fuerzas que se nos han confiado? La persona que se quiere suicidar está enferma de dos cosas: de pensamiento y de vida. No ha sabido usar constructivamente sus pensamientos. No ha sabido valorar la vida, comprenderla y enfrentarla. La persona que pretende suicidarse puede ser… un temperamento ambicioso, pero inactivo; deseante y perezoso; grande y al mismo tiempo débil. Puede ser un alma aristocrática que vive en una atmósfera vulgar.


“El suicida puede estar descontento de su propia obra y despechado contra sí mismo, no extiende su mirada más allá, pudiendo hacerlo. El suicidio es una resolución solemne y criminal. El suicida no es capaz de comprender que una cobardía no es un derecho, que la impaciencia debe ser activa. El ser humano no debe hacerse forzada sepultura. A través del suicidio no se va al cielo.


“El derecho de verter luz no se adquiere sino consumiéndose en el fuego. Sufre el leño su muerte, pero ilumina; y ¿más cobarde que un leño será un hombre (o una mujer)? Al leño le queda por ceniza… la ceniza; al ser humano le queda el renombre, la justicia, la historia, la patria, el placer mismo de sufrir. ¿Qué mejor sepulcro y qué mayor gloria?”.



Son palabras bellas que nos hacen reconsiderar lo que pensamos del suicidio, tal vez, iluminando también a aquellos que se encuentran con depresiones tan fuertes.

Ahora bien, sin importar qué tan duro sea el sufrimiento, un suicida es una persona egoísta, que tiene el concepto de amor distorsionado, pues hace sufrir a aquellos que lo aman, dejándose ahogar en una situación de la que no trata de salvarse, pudiendo hacerlo.

Tengamos en cuenta que existen muchas más razones para desear la vida que para renunciar a ella. A continuación, una lista de cómo sostener los deseos de vivir:

  • Valorar a la familia, comprendiendo el privilegio de tenerla, cuando muchos otros no la tienen.
  • Cultivar amistades, buscándolas y siendo proactivo.
  • Cuidar la salud, pues el cuerpo es el templo del espíritu.
  • Buscar la firmeza en el carácter.
  • Aprender a vivir con los demás, aceptándolos tal como son; ellos reciprocarán.
  • Buscar siempre ver la vida de forma positiva; siempre tiene alguna cosa buena o agradable, por pequeña que sea.
  • Intentar satisfacer todas las necesidades materiales y espirituales, pues en una vida intensa no caben las depresiones.
  • Tener un buen sentido del humor, aun cuando se trate de bromas sobre sí mismo.
  • Intentar tener una vida social activa y, si es cultural, mucho mejor. La cultura ayuda al crecimiento, al desarrollo y a expandir el mundo de cada quien.
  • Aumentar los estados de alerta para estar preparado para los problemas venideros.
  • Pensar que hay personas que lo extrañarán, aun sin conocerlas, pues, mientras haya generosidad en el corazón, siempre se encontrará la forma de ayudar al prójimo.
  • Desarrollar los dones propios; la creatividad llega sola.
  • Trazar metas o sueños que se puedan alcanzar; la fuerza está ahí, así no estemos conscientes de ello.
  • Además de proyectos esperanzadores, la persona debe rodearse de ilusiones, no de fantasías, pues estas son irreales.
  • No fabricar conflictos innecesarios.
  • Ser un apoyo para otros; ellos se lo agradecerán.
  • Mirarse con amor, sin juzgar con demasiado rigor. Tener paciencia, pues la autoestima positiva es necesaria para sentirse feliz.
  • No tener dependencias tan fuertes que en momentos de crisis lo descompongan.
  • Mirar las experiencias pasadas como sabiduría para el futuro, como errores que no se volverán a cometer.
  • Buscar siempre nuevos aprendizajes; estos abren la mente, acercando a la persona a la plenitud.
  • Viajar a otros países y conocer otras culturas. Es una excelente terapia.
  • Otra gran terapia es tener uno o más pasatiempos.
  • Participar en actividades filantrópicas, religiosas o comunitarias, en las que las habilidades propias puedan ser útiles.
  • Reunirse con la familia, buscar apoyo y calor.
  • Tener una pareja es una de las situaciones que producen más felicidad. Pensar en la otra persona, estimular la relación para compartir el día a día de la vida.


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