Comportamiento y conciencia
Es muy común oír a los padres quejarse del comportamiento de sus hijos, no entienden sus formas de pensar ni de actuar; pero también sucede lo contrario: los hijos no entienden a sus padres y no comprenden por qué esperan ciertos comportamientos. Estas situaciones no se limitan a esta relación, también sucede entre hermanos, parejas, amigos y familiares.
Es muy común oír a los padres quejarse del comportamiento de sus hijos, no entienden sus formas de pensar ni de actuar; pero también sucede lo contrario: los hijos no entienden a sus padres y no comprenden por qué esperan ciertos comportamientos. Estas situaciones no se limitan a esta relación, también sucede entre hermanos, parejas, amigos y familiares.
El ser humano está acostumbrado a ser egoísta, a pensar en sí antes que en los demás, y la incomprensión, que es tan usual en nuestra sociedad, es un problema de conciencia, de sobrevaloración y de subvaloración.
Conciencia
Nadie quiere admitir sus propios defectos ni entender que cuando mira a otro está viendo su propio reflejo. Todos queremos ser comprendidos, considerados y tolerados, pero no hacemos lo mismo con los demás. En esa medida, nuestra actitud es equivocada: asumimos cargas ajenas o ponemos sobre otros hombros nuestros propios pesos o problemas.
Sobrevaloración
Otro comportamiento muy común en nosotros es esperar mucho de las otras personas y, cuando obran de manera distinta, nos decepcionamos y nos resentimos. Consideramos normales ciertos comportamientos o reacciones, pero no queremos entender que estos estándares los hemos planteado nosotros mismos, los hemos inventado. Nuestra respuesta no necesariamente es a la que aspiran los demás.
Subvaloración
En ocasiones, desconocemos por completo la capacidad mental y espiritual de los demás y, en lugar de ponernos en la tarea de conocerlos y de aceptarlos como son, nuestra mente busca o crea razones para generar un primer rechazo o juicio negativo. Lo desconocido o lo diferente usualmente genera rechazo y miedo.
Todo esto debemos analizarlo personalmente y trabajarlo a través de la meditación. Esta la única solución al sufrimiento que aparece por las razones anteriores.
Ahora, reflexionemos en las siguientes frases:
“Dios reside en cada ser del universo como una llama viva y eterna, muy particular e irrepetible. Él es nuestra superalma”.
“La humanidad es un grupo de amor y ayuda mutua, sin embargo, los resultados se presentan a la ley divina individualmente”.