¿Antipatía sin precedentes?

La primera opción de que sintamos una antipatía sin argumentos aparentes puede ser por recurrencia, es decir, en alguna vida pasada esta persona nos generó un sentimiento negativo con alguna acción específica, sentimiento que ahora registramos así no le veamos causa aparente.

La segunda opción, y seguramente la más probable, es que rechazamos una costumbre, un defecto o una característica de esa persona, sin poder identificarla o clasificarla mentalmente; nos decimos casi automáticamente: «esta persona no me cae bien».

Puede ser que sin darnos cuenta esta persona haya generado un juicio con el que no hayamos estado de acuerdo, que haya criticado algo que nosotros apreciamos o simplemente nos damos cuenta de que una expectativa que teníamos de la persona no resultó como esperábamos.

Si este es el caso, es nuestro deber trabajar de la mano con la meditación para sobrepasar ese sentimiento negativo, analizándolo y revisándolo, siendo objetivos con esa circunstancia, magnificando sus virtudes y minimizando sus defectos. En la práctica, tratar de ser amables con esa persona y nunca hablar mal de ella ni con propios y menos con extraños.

Nuestra batalla en esta vida es con la mente, debemos transmutarla, cambiarla urgentemente del defecto y el error a la virtud.

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