El libre albedrío y el karma
Hace unos años nos hicieron una pregunta que hoy queremos tratar: ¿para qué hacer prácticas, cuando ya hay un libro escrito que dice mi destino y dice lo que tengo que pagar?
Poder responder, es muy complejo, ya que la mente humana no alcanza a comprender los grandes designios de Dios, ni muchos conceptos, como destino, infinitud y eternidad. Todos ellos son analizados y filtrados por la razón de nuestra mente y, con ello, pierden la vastedad de su significado.
Si hoy decidimos que queremos comenzar a meditar, que deseamos trabajar en nuestra espiritualidad y en el avance de nuestra conciencia, para perseguir la ciencia de la verdad, es porque en nuestro libro akásico está escrito que en este momento debemos iniciar el proceso para la iluminación.
Recordemos que el karma, que es balance, no es una deuda por pagar, pero sí algo que debemos vivir y que solo nosotros podemos resarcir. Muchos piensan que el karma de una persona puede pasarse a sus hijos, pero esto no es cierto. Si sufrimos por algo que causaron nuestros padres, con toda seguridad, es por nuestro propio karma de recurrencias pasadas. La ley se vale de los desequilibrios comunes para que cada uno pueda aprender y equilibrar.