El trabajo duro y el liderazgo
El ser humano tiende al facilismo, por eso es que busca soluciones inmediatas a sus problemas u objetivos, siendo la magia uno de estos campos que consideran puede ser una solución rápida y certera.
Lo que no saben, es que esta magia, es realmente una ilusión, la magia verdadera está conectada al poder mental.
La magia sí existe, arcanos revelados, secretos herméticos y facultades y poderes dormidos. Todo esto existe y es cierto, pero cuando más se abre nuestra mente a explorar los secretos de la naturaleza y el cosmos, más objetivos debemos ser frente a la mente y la energía.
Los seres humanos piensan que hay cosas que van a suceder por arte de magia, como si la solución se sacara como un conejo de un sombrero, pero la verdad es que, aquellos que son sensatos, y piensan en buenas ideas, también saben que el trabajo arduo es clave para implementar esas buenas ideas y soluciones.
La inteligencia, juaga un gran papel en el éxito también. Recordemos que inteligencia no es entrenamiento, son dos cosas distintas. Aquellos que son “estudiados” tienen la simple ventaja del “entrenamiento”, la inteligencia es otra cosa, es la sensibilidad para solucionar problemas, es el sentido práctico en la supervivencia, es la buena idea práctica aplicable y viable en ese momento y lugar, es la fuerza del orden y el aprovechamiento de la oportunidad.
El éxito y la fortuna provienen de determinadas cualidades aplicadas a la vida: Inteligencia, sensibilidad y solución. En todos los aspectos necesitamos líderes, líderes que estén dispuestos siempre a ser actuales, que tengan una lluvia de ideas permanente en su cabeza, necesitamos que los padres sean líderes, que los hermanos sean líderes, que cada uno dentro de su oficio sea honesto y efectivo. Un líder trabaja incansablemente, un líder tiene sus ideas ordenadas y sus prioridades inamovibles.
Pero el líder debe estar fundamentado en el equilibrio, la honestidad y la fuerza. ¿Esto qué significa?, somos equilibrados cuando trabajamos en pos del bien común, con amor, para construir, para ayudar, para contribuir con la estabilidad, para proteger, para cuidar, para respetar, para no incurrir en excesos, eso es lo que hace que un líder sea equilibrado.
Somos líderes cuando nos decimos la verdad, y cuando se la decimos a los demás, así sea difícil. Es importante agregarle entusiasmo y fortaleza, siendo fuerte aquel que está convencido de un proyecto, que lo acata con amor y que lo mueve la pasión de su misión. A este tipo de líder, no le da miedo la opinión destructiva de los demás, no se desvía de su ánimo de ayudar, y no tiene inseguridad en lo que hace, pues sabe que es correcto.
El líder también es una persona que perdona. Recordemos que Jesús decía: “Siempre debéis amar al enemigo”. Quien se opone o quien nos agrede, nos da fuerza para salir adelante y superarnos. Esa es la primera reflexión del perdón.
Y finalmente, para lograr perdonar completamente, demos no “identificarnos” con los hechos de agresión, como si viéramos el recuerdo desde una tribuna, algo lejano, casi como si no fuera nuestro.
Es la combinación de todo esto, el entusiasmo, la verraquera, el perdón y la inteligencia que llevan a una persona a ser un verdadero líder, a triunfar en su entorno y ser verdaderamente exitoso.