¿Por qué somos exitosos o por qué fracasamos?
La ley divina es como una balanza, siempre buscando el equilibrio perfecto de todas las cosas, guiándose por la causa y consecuencia.
Si lo ponemos de una manera muy gráfica, podríamos decir que esta balanza, por un lado, tiene las pesas que corresponden a nuestra obra equilibrada, a nuestra conciencia y a nuestro correcto manejo de energías en todos los planos; en el otro lado, tiene las pesas del error, de la inconciencia, de la inactividad y de la melancolía. Según se incline la balanza, tendremos una vida exitosa o desgraciada.
Somos exitosos porque en encarnaciones pasadas promovimos estabilidad, tranquilidad, felicidad y equilibrio. Logramos la felicidad de otros y ayudamos a su evolución. Entonces, la consecuencia del cumplimiento de nuestro deber es la felicidad actual, pero, aún así, si en esta vida obramos injustamente, en la balanza de la ley se van restando las obras que están a nuestro favor y acabamos aumentando el lado de las pesas de la desgracia.
Las deudas por malas acciones son muy parecidas a pedir dinero prestado: después de un tiempo se debe pagar con intereses, solo que, en el caso del karma, los intereses por malas acciones se pagan con sufrimiento.
Así mismo, las buenas obras, o las obras justas y equilibradas, generan bienestar y felicidad, pero, lógicamente, más felicidad y bienestar del que ofrecemos.