La historia enterrada
Desde hace muchos años se han venido descubriendo elementos enterrados que son simplemente increíbles y maravillosos, y que sorprenden a la ciencia.
Desde los años 90, existen tectologías que, usando microondas, son capaces de detectar elementos enterrados varios metros debajo de la superficie. A pesar de sus limitaciones técnicas, pues solo podían usarse en superficies secas, como desiertos o lugares como el Ártico, estas tecnologías fueron responsables de grandes descubrimientos arqueológicos y también de cráteres producto de impactos de asteroides.
Curiosamente, muchos de estos cráteres de asteroides se encuentran en gran concentración en zonas como el desierto del Sahara, el de Gobi y en Argentina.
Justamente, sobre algunos de esos curiosos cráteres de meteoros, de diámetros que van desde 20 metros hasta 60 kilómetros y que señalan una época remota de grandes impactos en la Tierra y en la arena, hay construcciones antiguas y tan misteriosas como las pirámides que conocemos.
A estas alturas, la ciencia ha avanzado increíblemente, se han perfeccionado el infrarrojo y los sistemas militares de alta precisión que pueden escudriñar profundidades mayores, pero no lo suficientemente como para detectar todas las maravillas que se encuentran debajo de la arena en el norte de África. Y es que no estamos hablando solamente de Egipto, sino de las increíbles construcciones que se encuentran en el Sahara, hasta el Atlántico.
Las tormentas de arena en el desierto son lo más común y lo más normal del mundo. Una sola tormenta puede tapar una casa regular en 40 minutos, entonces, imaginemos qué pudo haber pasado durante miles de años. Nos preguntamos qué habrá bajo estos millones de toneladas de arena, qué cosas se descubrirán en el futuro en lo que hoy es Libia, Argelia, Malí, Mauritania, Níger, Chad y Sudán…
Ahora bien, muchos se cuestionarán por qué no se han destinado más recursos a excavar estos territorios y, la verdad, se debe a problemas políticos y económicos, a una sociedad en ebullición, con profundos cambios políticos y con desigualdades económicas tan grandes, que poco le importa invertir en la recuperación de un tesoro histórico que en este momento no ayuda mucho.
Como vamos, necesitaremos siglos para sacar a la luz el tesoro de la verdad.