Sociedades secretas
Los reyes monos, enormes, de ojos azules, con tronos de oro y poderes extraordinarios, sí existieron: fueron los reyes de la Francia y Alemania de los siglos I y II. La famosa casa Gasconí de Aquitania, casa real que viene de los magos de Brabante, de lo que hoy es Bélgica, fueron seres legendarios y sus nombres significan “los que bajan para ser anfitriones de sangre”. Fueron reyes que iniciaron el linaje real de Francia y que, se dice, reciben
Los Reyes Melenudos
Los reyes monos, enormes, de ojos azules, con tronos de oro y poderes extraordinarios, sí existieron: fueron los reyes de la Francia y Alemania de los siglos I y II. La famosa casa Gasconí de Aquitania, casa real que viene de los magos de Brabante, de lo que hoy es Bélgica, fueron seres legendarios y sus nombres significan “los que bajan para ser anfitriones de sangre”. Fueron reyes que iniciaron el linaje real de Francia y que, se dice, reciben la sangre de Jesús. La historia secreta da por hecho que el descendiente de Jesús se mezcló en Francia con las futuras casas reales de Europa.
De esta famosa casa Gasconí nació el rey Marcom, bisabuelo de Meroveo (nombre del que proviene toda la historia de los Merovingios), que tuvo una descendencia elegantísima de reyes-sacerdotes, seres enormes, de casi dos metros, de cabello rubio y piel rosada resistente. Sus ojos eran inusualmente grandes y, dadas sus habilidades extraordinarias, se dice que podían manejar los elementos, que eran seres de otro mundo, que vivían en las aguas del Atlántico.
Cuando comenzaron las dinastías de los francos y germanos antiguos, se dio un vínculo grande entre Jesús y sus asociados con esas dinastías de origen celta e indoeuropeo. Se dice que los abuelos de Marcom, los viejísimos duques de Brabante, eran los custodios, o parte de los custodios, de la llegada del rey del cielo. Pero estas historias fueron perdidas y confundidas en la historia. Muchos dicen que todo esto es mentira, otros dicen que la historia es tan secreta, que solo muy pocos la saben, y otros más aseguran que esto es del manejo de seres muy superiores en otros planos de conciencia.
De todas formas, sí existen muchas coincidencias que vinculan a estos reyes con la “gente relacionada con Jesús”. Personalmente, creo que estas familias o personas fueron conocedoras del gran secreto de Jesús, de su santa presencia y de su origen de otros mundos. Fueron custodios y protegieron las asociaciones de Jesús en épocas de gran turbulencia. Pero no creo, ni veo lógico, que el hijo de Jesús formara parte de estas dinastías o que se emparentara con los reyes francos en los primeros siglos de nuestra era.
La descendencia de Jesús es tan especial, que es inconcebible para nosotros: son seres de luz, sin el menor interés de fundar religiones, ni organizaciones, ni dinastías, ni presencias o dominios raciales. Por esto, creo que las dinastías franco-germanas y sus reyes eran depositarios y custodios del secreto de Jesús, que sí conocían su procedencia y su gente allegada, y que de esto tenían elementos, memorias, datos y hasta cierta comunicación con sus orígenes, pero de ahí a pensar que el hijo de Jesús se uniera con una princesa de estas dinastías hay un trecho muy grande.
Y es que el hecho de que este cuasi secreto sea de conocimiento popular, no lo hace ni válido ni garantiza que sea cierto. Considero que, por el contrario, es una tergiversación de la historia, que puede ser una mentira conveniente que cubre con un halo especial a todos los que descienden de los Reyes Melenudos.
El tema de las sociedades secretas y grupos formados alrededor del secreto de Jesús y de cómo se disolvieron desde el año mil es absolutamente fascinante.