Maravillas bajo la ciudad de México

Posted on10/19/2017 by

Los mexicanos saben y comentan con nostalgia cómo Ciudad de México, Distrito Federal, una de las más grandes del mundo, está construida sobre lo que probablemente sería la ciudad más grande de la Tierra en su época: Tenochtitlán.

Los mexicanos saben y comentan con nostalgia cómo Ciudad de México, Distrito Federal, una de las más grandes del mundo, está construida sobre lo que probablemente sería la ciudad más grande de la Tierra en su época: Tenochtitlán.


Hoy se sabe que Tenochtitlán contaba con más de 300.000 habitantes y que era una ciudad enorme y lindísima. Tan maravillosa fue, que el mismo Hernán Cortés nunca pudo describirla como se mecería; era bellísima, limpia, muy bien organizada y mucho más grande que la Sevilla de 1500.


De las crónicas de Cortés podemos visualizar a Tenochtitlán como una ciudad casi sobrenatural, construida en una isla en el centro de un lago salado, a la que se podía acceder por cuatro monumentales puentes de piedra. Sus calles eran espaciosas, rectas y ordenadas, cruzadas todas por canales de agua navegables, todos de una belleza indescriptible. Las construcciones de vivienda y templos parecían hechos de manera milagrosa; en España no existían construcciones ni tan altas ni tan soberbias.


El templo principal le llamó mucho la atención al conquistador, que lo describió como una edificación gigante, de una magnificencia extraordinaria. Tenía paredes muy altas y emanaba una luz sobrenatural que no evidenciaba su procedencia, y tenía cuartos y pasillos casi irreales. Era más grande que la misma catedral de Sevilla, con más de cuarenta torres altísimas, con escaleras y accesos asombrosos.


Cortés se fascinó con Tenochtitlán, pero esto no evitó que la destruyera completamente para fundar la nueva España. Sobre la gloria de la antigua Tenochtitlán está hoy Ciudad de México, y es muy probable que ni nosotros ni las generaciones venideras lleguemos a ver todas las maravillas que se encuentran bajo sus barrios y edificios; seguramente, Tenochtitlán nunca será desenterrada.


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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