El bautismo o bautizo
El bautismo o bautizo es un rito bellísimo, una costumbre que tiene origen divino y que aún es el remanente de la Gloria espiritual del pasado.
El bautismo o bautizo es un rito bellísimo, una costumbre que tiene origen divino y que aún es el remanente de la Gloria espiritual del pasado.
Las tradiciones antiguas nos hablan en todo momento del bautismo, y es en este sentido: ¿qué es realmente el bautismo?, ¿cuál es el significado hermético del bautismo? El asunto, necesariamente, debe mirarse desde dos perspectivas distintas: el bautismo como rito o como ceremonia y el bautismo en el alma.
Como ceremonia, el bautismo es un acontecimiento de iniciación religiosa, que se hace con agua, palabras y lecturas de libros sagrados. Como rito, tiene un valor tradicional enorme, porque nace de las verdades espirituales ancestrales, desde el tiempo en que la humanidad llegaba a la Tierra en las esferas de los ángeles.
El bautismo espiritual es diferente, es un hecho profundo y es la primera escala inicial; es la anunciación de que el ser que está siendo bautizado está comenzando el camino de la cristificación, un camino lleno de simbologías. Esta iniciación se ha repetido a través de la historia en innumerables ocasiones. Por ejemplo, Horus, en Egipto, fue bautizado por un sacerdote que bajó de un haz de luz desde las estrellas; Tamuz fue bautizado sumergido en un lago, los celtas bautizaban en ceremonias druídicas de círculos de piedra, los vikingos lo hacían en el centro de sus casas con un caldero de bronce, Juan el Bautista bautizó a Jesús, Nuestro Señor, en el río Jordán, el señor Krishna fue bautizado dos veces, una de ellas en un río cristalino de Vrindaban; los muinanes aun hoy hacen la inversión del jaguar y en el momento inicia la doctrina de Ráfue o del conocimiento divino de la selva, el señor Buda fue bautizado por figuras crísticas de dimensiones superiores y Lao Tzé fue bautizado por los maestros de su orden en la gloriosa iniciación del secreto sendero del Tao.
Dicen los libros sagrados, en una idea que es siempre la misma: “El que no sea bautizado en las aguas de la vida y el fuego del espíritu, no puede acceder al reino de los cielos”.
Ahora bien, ¿qué es el agua de la vida? No se refiere únicamente a la energía sexual, sino que se relaciona con la mente, con el aura, con el astral, con el sistema electromagnético del cuerpo, con la conciencia del mismo camino de la regeneración; es el propósito de recorrer el camino de la cristificación desde el interior. En las aguas de la vida está involucrada la respiración, los puntos energéticos, la conducción energética dirigida, las bases de la doctrina de la columna vertebral, la ciencia del espiral siempre ascendente, el camino de la conciencia, de la evolución, que es siempre ascendente, siempre hacia arriba, siempre en positivo, siempre en dirección hacia el progreso, hacia la pureza, hacia el trabajo, hacia la solución.
Si nos enfocamos ahora en el fuego del espíritu, podemos decir que es la influencia del ser en ese camino, que se representa con más intensidad cuando la conciencia del ser aumenta. En ese camino, cada meditación es un paso hacia la luz del centro, es como si tuviéramos que atravesar una gran alcachofa, en la que cada pétalo es un acontecimiento, una iniciación.
Puestas las cosas de esta forma, todos tenemos que empezar con el proceso de cristificación, comenzando a meditar para acercarnos poco a poco a esa luz interior.