Tierra de Gigantes
Cuando hablamos de Tierra de Gigantes, no nos referimos a otro planeta. No, aquí en nuestra Tierra existieron gigantes, y las ruinas de Baalbek, que quedan en lo que hoy es el Líbano, son una clara prueba de su existencia.
Como la construcción de Baalbek hay muchas otras alrededor del mundo que señalan la presencia de seres de una altura mucho mayor que la nuestra.
Si queremos hablar de gigantes, debemos referirnos a los fenicios y a los hebreros, y su pasado sumerio y babilónico. Tendríamos que nombrar también a Gilgamesh, a Sargón y a todo lo que se ha descubierto al sur de Quito. Finalmente, cómo no nombrar a los moáis de la Isla de Pascua, con sus maravillosos monumentos a los gigantes.
En Suramérica, en todo el Mediterráneo, en Grecia y en Egipto hay historias de gigantes, y no es casualidad que muchos dioses del Olimpo grecorromano fueran gigantes. Recordemos la historia de Hércules y cómo se le describía como gigante.
Entre los vikingos también abundan las historias de gigantes solitarios, descendientes de los reyes de los dólmenes, enormes seres marcados de runas. Ellos habían heredado la energía verde subterránea que llegó de las estrellas, y en ellos aún la memoria estaba viva.
De esas historias de gigantes de la sabiduría de Islandia vienen las crónicas de los Ases, como Odín y los Vánen, los gigantes refulgentes que vivían en las islas flotantes del espacio. Esas islas eran conocidas como el cielo de Vánenheim, gobernadas por un gigante legendario del que solo hay historias herméticas y perdidas. Se trataba del gigante Mímir, el padre de los sonidos, de los alfabetos y de los idiomas sagrados, que reinaba desde la isla más grande que flotaba en el espacio, una isla que estaba en el «aire de la Tierra», pero a la vez tan distante, que solo se veía como un punto de luz algo más pequeño que la Luna.
Las Islas Flotantes y sus puentes de luz vienen de la «esfera real», ese mundo es Grímnismál, la Patria del Alma, una región tan avanzada, que los cuerpos materiales son inadmisibles. Esos cuerpos de gigantes son «revibraciones» del tiempo, únicamente para viajar y para existir en otros mundos.
Entre los nórdicos, los gigantes no son una curiosidad, son una presencia permanente. Existían los gigantes llegados del cielo, también conocidos como los ‘gigantes polares’, los ‘instructores’, los ‘Rim-Túrsen’, los ‘seres de piel azul’ que, aunque altísimos y «carilargos», eran tan livianos, que no tocaban el piso.
Las historias de los ogros de Islandia o India se refieren también a gigantes, a pesar de que cambien de nombre o procedencia. Incluso, en la América indígena aparecen los gigantes. Ellos fueron los maestros instructores de los caribes, mayas y aztecas, e ilustrados un tanto desproporcionados en los códices que aún se pueden ver en Europa.
En la China antigua también hay relatos de gigantes. El más conocido es sobre los custodios gigantes del emperador legendario de China, que llegó del cielo y reinó con el fin de ayudar, para luego regresar a las estrellas.
Curiosamente, en todos estos relatos se conecta automáticamente a la Atlántida, una tierra en la que la altura promedio era de 2,5 metros.
Son increíbles todas las historias de gigantes, seres enormes de seis dedos en cada mano y en cada pie, tal como están tallados en la Isla de Pascua, iguales al Gilgamesh sumerio o al Goliat bíblico, todos con seis dedos.
La historia de Goliat, el gigante que se opone a David, tiene muchos puntos en común con las tradiciones nórdicas y con las narraciones de los Túrsen, que hablan de los «gigantes llegados del espacio» y de los gigantes adaptados de menor talla.
Entre los hebreos hay una historia muy vieja de gigantes que se relaciona con las murallas de Jericó. En ella se habla de los gigantes que las construyeron y que luego huyeron hacia el horizonte y al cielo para viajar en la distancia y en el tiempo pleno de Elí. Desafortunadamente, esto pasó a la historia como otra cosa: una historia desfigurada que dice que los gigantes escaparon hacia África y se acortaron o se achicaron.
En definitiva, nuestra historia nos habla de la existencia de gigantes, seres de gran talla y sabiduría que vinieron de las estrellas y que dejaron increíbles legados de conocimiento en diversas culturas alrededor de la Tierra.