Origen del Día de los Inocentes

La leyenda nos cuenta que el rey Herodes I, el Grande de Belén y Rey de Judea, mandó a matar a todos los niños menores de 2 años, pues, al estar obsesionado con su trono, veía en todos los que lo rodeaban una amenaza para su poder.

Grandes expertos, investigadores e historiadores afirman que aquella matanza realmente no pasó, pero lo cierto es que sí existieron muchas coincidencias que se presentaron en ese momento para que la leyenda se difundiera.

El rey Herodes, a pesar de haber sido judío y tener una educación griega, era absolutamente obediente y vasallo de los invasores romanos. Como tal, no pertenecía a ninguna tradición judía legítima, parecía más un extranjero y no era bien recibido por los propios judíos, pero trató de mejorar la imagen programando e iniciando la reconstrucción del templo de Jerusalén en época de Jesús.

Una de las posibles fuentes de origen para la leyenda de la matanza fue que Herodes efectivamente mandó a matar a varios de sus hijos y al menos diez de sus esposas, debido principalmente a su miedo de perder el trono. Seguramente, este suceso contribuyó en gran medida al inicio de la leyenda, aunque otra posibilidad es la historia de peligro de origen nórdico e indoeuropeo del nacimiento de los grandes guías espirituales, concretamente de Krishna en India, imposible de ubicar en el tiempo, pues es una historia atlante. Alrededor de ese nacimiento existe una historia paralela y coincidente con la de Jesús.

Hay muchos que consideran que, por la gran cantidad de similitudes con la historia de Krishna, Jesús en realidad no existió. Dicen que su historia es una colcha de retazos hecha a partir de elementos simbólicos de otros grandes seres.

Pero esto no es cierto: Jesús existió y su historia está efectivamente llena de símbolos sagrados, su vida era la propia encarnación de todo el camino místico y cada uno de sus pasos forma parte de un aspecto de nuestra vida espiritual. Su vida es un libro escrito en varias versiones, transformado en el tiempo, interpretado de distintas formas; pero es un texto místico, con grandes parecidos con otros seres.

La historia hindú cuenta que hace miles y miles de años, cuando Krishna nació, sus padres «celestiales», Vasudeva y Devaki, sufrieron la muerte de sus primeros hijos a manos de Kamsá, un rey malo que, por miedo a una profecía, mataba a los niños (igual que Herodes) para preservar su vida y conservar el trono.

Pero el séptimo hijo fue preservado –y era el gemelo místico de Krishna– y el siguiente hijo, el octavo, era Krishna. Como el peligro era inminente, fue dado a padres adoptivos, Yasoda y Nanda. El intercambio de los niños se dio con una niña llamada Maya. El relato del momento, en el que el malvado Kamsá llegó a matar a la niña que reemplazó a Krishna, es uno de los más bellos y místicos de la historia de India.

Las historias genuinamente se parecen y por eso no sorprende que generen confusión. Son muchos los signos místicos y circunstancias que se parecen y se unen creando grandes similitudes.

Vemos, por ejemplo, cómo la historia de Herodes y la matanza de sus hijos se parece enormemente a la historia mística de la matanza de los hijos de Vasudeva y Devaki por el nacimiento de Krishna. Además, encontramos la historia de la matanza de los niños cercanos a Moisés.

Aquí es necesario hacer otra aclaración, que se ha prestado para muchas confusiones: el Herodes de la matanza de los inocentes era diferente al Herodes del juicio de Jesús. El Herodes de la época del Jesús adulto era uno de los hijos que se salvó de la muerte del temeroso Herodes I.

Si se profundiza más en la historia, hay más hechos asombrosos, por ejemplo, algún posible vínculo familiar entre el rey Herodes y la familia de Jesús, muy parecido al cruel rey Kamsá, quien era tío de Krishna.

En conclusión, el evento que muchos hemos oído, la «matanza de los inocentes», realmente no ocurrió, pero lo que sí es cierto, es que en nuestra historia ha habido circunstancias históricas y coincidencias que se relacionan con la vida de Jesús.

Recordemos que Jesús es un ser místico que nos habló del nacimiento del Niño de Oro en el alma, del Cristo espiritual que reza en el secreto del corazón: «Padre nuestro, que estás en los cielos», y se refiere al átman del centro corazón, al Padre Navidad de invierno, corroborando que el padre y el hijo son lo mismo.

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©