Amistad con nuestros hijos

Para un adolescente rebelde las palabras violentas, los castigos y los chantajes no van a funcionar, lo único que realmente hace la diferencia son la amistad y el amor.

Los niños rebeldes entienden la disciplina y el valor del trabajo, pero, más que esto, necesitan ser escuchados, sentir que a sus padres les importa lo que dicen, como si fueran amigos de su misma edad.

Los niños y jóvenes rebeldes no aceptan reglas ni disciplinas cuando se sienten violentados, y, como todo niño, siempre van a medir los límites de sus padres. Ellos saben perfectamente qué los impacienta, qué los exaspera, qué esconden o qué los aburre. Ellos perciben hasta las más sutiles conductas y cualquier actuación fuera de la verdad la van a advertir.

Como padres, debemos ser auténticos y verdaderos. Seamos sus amigos. Enseñémosles con ejemplo que el trabajo y la disciplina son elementos de la vida que nos forman y nos enriquecen.

Es importante que ellos entiendan que nosotros los adultos también trabajamos fuertemente, que no todo el día nos estamos divirtiendo y que nos encargamos de cosas que no nos gustan. Que somos personas que nos equivocamos, pero que presentamos disculpas, que perdonamos a aquellos que nos han hecho mal y, sobre todo, que sepan que somos humanos y que hay muchas situaciones que se escapan de nuestro manejo.

En resumen, ser verdaderamente amigos de ellos, pues esta conducta neutraliza cualquier rebeldía y cualquier mala actitud.