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Niños y recuerdos de vidas pasadas

Posted on05/10/2017 by

En el tema de la reencarnación, los niños han jugado un papel importantísimo en las investigaciones realizadas hasta la fecha. Muchos de los infantes estudiados han hablado con libertad, honestidad y sin presión social de sus vidas pasadas, de sus diferentes personalidades, del momento de la transición antes de volver a encarnar y de sus diferentes recuerdos.

En el tema de la reencarnación, los niños han jugado un papel importantísimo en las investigaciones realizadas hasta la fecha. Muchos de los infantes estudiados han hablado con libertad, honestidad y sin presión social de sus vidas pasadas, de sus diferentes personalidades, del momento de la transición antes de volver a encarnar y de sus diferentes recuerdos.

Los casos registrados en la Clínica Siquiátrica Infantil, adjunta a la universidad de Virginia, son sorprendentes y maravillosos. Las narraciones de los niños son detalladas y concuerdan en su descripción del proceso de desencarnación y en la etapa existente entre una vida y la otra. Describen una sensación de absoluta felicidad y confort, en la que viajan grandes distancias a toda velocidad y visitan ciudades de cristal y palacios perfectos, espacios donde habitan seres superiores de ropajes bellísimos.

En el estudio, algunos niños afirmaron que después de su muerte se quedaron cerca de donde fallecieron, con el fin de aprender con paciencia el proceso de tomar otro cuerpo. Aunque algunos se sintieron apesadumbrados por el llanto de sus seres queridos al momento de su muerte, no se sintieron tan identificados con el asunto. Decían: “oía que lloraban, que yo estaba cerca y me sentía con el ánimo o atraído por quedarme un rato allí, pero sabía que eso era transitorio, mientras llegaba el momento de elevarme”.

A los niños más grandes, les preguntaron si creían que la reencarnación existía, pero muchos quedaron desconcertados, pues para ellos el evento era un recuerdo de su memoria reciente, por lo que esa pregunta parecía absurda.

También son muchos los casos de niños que hablan de seres que los acompañan durante el proceso antes de encarnar. Los describen como seres maravillosos, bondadosos y que saben todo; con caras larguísimas, altos y de ropaje indescriptible. Hablan de la sensación de felicidad y tranquilidad en todo este proceso, en el que todo es bello, luminoso, colorido y siempre puro y limpio.

Otros niños han llegado a comentar acerca de sus recuerdos al momento de la gran decisión, sobre si debían reencarnar o no. Seres muy sabios les comentaban la conveniencia de volver, identificando las condiciones y grupos a los que debían regresar.

Los científicos han quedado anonadados frente a todas estas narraciones, intentando explicar cómo es esto posible, comenzando con la incógnita de dónde se encuentra la memoria.

Según lo establecido, la memoria se encuentra en el sistema nervioso central y, al morir, esta debería morir también. La pregunta es cómo es posible que estos niños se acuerden de otras vidas si su memoria debió morir con su cuerpo físico. Los estudiosos evidentemente no están teniendo en cuenta los otros sistemas nerviosos que se encuentran en las dimensiones superiores.

Nuestro cuerpo físico es sumamente complejo, por lo que a nuestra mente le cuesta mucho trabajo llegar a imaginar la complejidad de los cuerpos y sistemas astrales. Aún nos encontramos en un momento de la ciencia en el que nos hace falta mucho conocimiento.

Existen otros casos de niños que describen sus recuerdos o fragmentos de lo que vieron, pero también dicen que no es posible hablar de estos aspectos o hablan de cosas más complejas, como: “me encontré con mi bisabuelo, que era yo mismo en otro cuerpo”.

Esto es un registro de sus personalidades pasadas en la eterna memoria akásica del astral; una memoria que está tejida en los nadis de luz de los cuerpos superiores y en la red de corazón que existe a lo largo y ancho del planeta. Esa memoria es una tela de luz de sabiduría infinita, a la que los maestros ingresan y se conectan de forma iluminada, accediendo así al conocimiento milenario de nuestro mundo y de los otros espacios de donde vienen nuestras almas.


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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