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Cristo espiritual y Cristo histórico

Posted on06/01/2022 by


Nuestro Señor Jesucristo, por su amor infinito a la humanidad, encarnó en nuestra Tierra y vivió en carne propia la evolución, para mostrarnos con el ejemplo de su vida el camino que cada uno de nosotros debe seguir.

Jesús nació de la sagrada Virgen María, ser maravilloso, que, además, coincide con la constelación de Virgo, que representa el alma humana. Nació del Espíritu Divino, representado por san José. Unión perfecta que llevó al nacimiento del Niño-Cristo, el Niño de Oro de la alquimia, el ser evolucionado, el maestro, el más alto grado de perfección, venido de lo mejor.

María, un ser absolutamente divino y superior, estaba preparada para dar a luz al Rey de Reyes, ejemplo del mundo.

Los pastores, las ovejas y los Reyes Magos son las representaciones de las asociaciones espirituales internas y la personalidad que deberá cambiar la dirección en el momento de tomar el camino espiritual.

El Niño-Cristo nace en el ser humano, esto quiere decir que cada uno de nosotros pasa por dos nacimientos. El primero, con el que reencarna en este mundo; y el segundo nacimiento del que habla el Nuevo Testamento. El Niño Jesús crece y maneja correctamente las aguas de la vida (transmutación), desaloja los mercaderes del templo (transforma los errores mentales) y, luego, resucita.

Este es un proceso que, tarde o temprano, tenemos que experimentar: el nacimiento de Cristo en nuestros corazones, nuestra cristificación.

La misión de Nuestro Señor Jesucristo en la Tierra fue mostrarnos el camino para convertir nuestra vida, absorta en ilusiones, en Cristo. Las cartas de los apóstoles en el Nuevo Testamento revelan que Jesús enseñaba acerca del nacimiento de Cristo en el corazón de los humanos y su posterior desarrollo.




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