Energía superior ascendente
En todos los seres humanos existe la energía superior ascendente, una energía espiral que siempre está en movimiento, tengamos o no conciencia de ello. Esta se manifiesta en conexiones astrales y mentales, en la luz de los chakras y en el aura de todos los cuerpos.
En todos los seres humanos existe la energía superior ascendente, una energía espiral que siempre está en movimiento, tengamos o no conciencia de ello. Esta se manifiesta en conexiones astrales y mentales, en la luz de los chakras y en el aura de todos los cuerpos.
El hombre nace con un único propósito: transformar energía constantemente, y depende de nuestro grado de conciencia qué dirección y calidad tenga esta transmutación. No importa si la persona tiene poco desarrollo espiritual, la energía superior sigue fluyendo, avivando los nadis y manteniendo los chakras en un estado de “quietud viva”.
Esta energía se conoce como Sakti, pero se tiende a pensar que tiene forma de serpiente. Esto no es cierto, es un torrente vivo de luz que llena los circuitos nerviosos del cuerpo astral en una eterna y perfecta tendencia de movimiento en espiral. Por defecto, esta luz está dormida a la altura del coxis, en la base de la columna vertebral, describiendo exactamente tres vueltas y media, o siete medias vueltas. Esto no es una casualidad: es un patrón y una clave aritmética que se ve presente en otros espacios, como en las medidas áureas, en las series de Fibonacci o en los sistemas bioastrales. En la construcción de los modelos vitales y espirituales, las matemáticas y la geometría son lenguajes sagrados.
La energía en espiral que permanece dormida es la misma ‘Bella durmiente del bosque’, del cuento místico de Charles Perrault, que cuando despierta nos conduce a la verdadera iluminación. Este es el mismo camino de la alquimia o de la cristificación, el nacimiento del Niño de Oro en la gruta de la inconciencia y bajo la estrella de cuatro resplandores de Betlehem, que es un referente exacto del Adhara chakra de cuatro pétalos.
Una vez despierta, la energía transcurre por un canal extraordinario, ascendiendo en espiral. En la simbología de la Virgen madre de la luna creciente, con el niño en brazos, se hace referencia a este mismo despertar, cuando el niño se convierte en rey-sacerdote de las mil catedrales del alma en el Anahat-Corazón-Cruz y luego sube a los mil resplandores del cielo del Sahasrara chakra, para recuperar la inmortalidad y permanecer en estado de resurrección.
Estos procesos internos son comandados por inteligencias superiores y por registros minuciosos guardados en nuestra milenaria memoria, para ser descubiertos en esta época, en la que cada uno debe ser su propio maestro espiritual.