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Dinero, felicidad y prosperidad

Publicado en24/08/2018

Es muy común ver cómo estos hijos no llegan siquiera a terminar el bachillerato, pues tienen metido en la cabeza que lo más importante es laborar, cuando lo que realmente los sacará de la pobreza es primero instruirse, volverse una persona preparada y culta.

En este blog hablaremos de la máxima expectativa del ser humano: el dinero. En este aspecto debemos hacernos tres preguntas principales:


¿Qué es la felicidad?
En la actualidad abundan muchos estudios, libros y escritos que definen la felicidad para el ser humano y que dan guías de cómo obtenerla o ser positivos en la vida. Esto es muy bueno, pero la gran mayoría están escritos por autores extranjeros, y la felicidad de un colombiano puede variar, por su cultura y enseñanzas.

El concepto de felicidad también cambia dependiendo de la situación de cada persona. Aquel que es muy pobre encuentra su felicidad en adquirir el dinero suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Para quien tiene un poco más de dinero, la felicidad se haya en tener una casa propia, una familia estable y tal vez uno o dos carros. El que siempre ha tenido dinero puede llegar a entender que en la riqueza no está la felicidad, y pasará a buscar poder y prestigio social. Una persona multimillonaria sufre terriblemente, pues no quiere perder su fortuna, pero también sabe que en el dinero no está la felicidad.

Ahora bien, una persona puede entender, en el fondo de su corazón, que el dinero no trae felicidad, pero no es posible negar que aquieta la mente y confiere seguridad; también hace que cualquier situación sea más llevadera.

Si hablamos específicamente de felicidad, debemos volver los ojos a nuestro interior. Somos almas desorientadas que siempre estamos en la búsqueda de la felicidad exterior, en las posesiones; pero esto no es más que una ilusión. La felicidad se encuentra en nosotros mismos, en nuestra meditación y, luego, en el camino a la iluminación. Se encuentra en ese momento sublime en el que percibimos la dicha del Atman en nuestro corazón.

Sin embargo, es nuestro deber como seres humanos vivir bien, ninguno de nosotros llegó a este mundo a sufrir o a purgar culpas. Cada una de nuestras vidas es una escuela de aprendizaje y en ella debemos procurarnos a nosotros, y a quienes nos rodean, comodidades básicas y una situación física aceptable, con el único fin de que la mente no se distraiga con las necesidades del día a día y pueda concentrarse en lo más importante: el interior.

Es posible evolucionar con la misma intensidad si la situación en la que vivimos no es buena, pero demanda una educación mental increíble, además de no tener ninguna otra clase de obligación, pareja o hijos. La mayoría de nosotros tenemos estas responsabilidades e ignorarlas sería una falta gravísima en el cumplimiento de nuestro sagrado deber moral.

¿Qué es espiritual?
La respuesta es muy sencilla: todo es espiritual, pues todo proviene de Dios: las cosas y seres del mundo físico, nuestro ser interior, todos los seres humanos, buenos y malos, la justicia e injusticia. Todo proviene de Él: las artes, las ciencias, el dolor, la felicidad. Dios es la causa y el fin de todo.

¿Para qué es el dinero?
La tercera pregunta sobre el dinero es su objetivo final y real, y la respuesta también es muy sencilla: el dinero solo sirve para aliviar las necesidades de nuestra vida y las de las personas que nos rodean. El dinero solo sirve para manifestar la divinidad de nuestro ser en generosidad y ayuda desinteresada. Solo si estamos dispuestos a dar podremos obtener la tranquilidad, comodidad y felicidad que esperamos de la buena fortuna.

Muchos se preguntan por qué hay tanto desequilibrio en las riquezas de los seres humanos, y la respuesta se haya en tres grandes conceptos: la subestimación, el miedo y la pereza.

La subestimación
Es una grave enfermedad de nuestro país, donde aquellos que siempre han tenido riqueza les inculcan a sus hijos la idea de libertad y de abundancia, donde siempre pueden lograr sus sueños si se preparan y trabajan. Pero muchas veces tienden a satisfacer todos sus caprichos, volviéndolos perezosos y egoístas. También están los hijos de las personas que nunca han tenido riquezas y en su gran mayoría son instruidos en una triste realidad: la subestimación.

Estos últimos crían a sus hijos para ser inseguros y subvalorar sus verdaderas capacidades, convenciéndolos de que su pobreza es eterna y que no hay nada que pueda cambiar esta realidad. Frases muy comunes son:

  • “Nosotros siempre hemos sido pobres y así moriremos”.
  • “Usted que va a estudiar eso, si eso es para ricos”.
  • “No pierda el tiempo con esos libros y con su tal arte”.
  • “Usted tiene que ser exactamente igual a su papá”.
  • “Acuérdese, mija, que usted es mujer, lo que tiene que hacer es casarse y asunto concluido”.
  • “Aguántese, mija, el maltrato y la infidelidad de su marido; recuerde que usted es mujer y todos los hombres son iguales”.


Es muy común ver cómo estos hijos no llegan siquiera a terminar el bachillerato, pues tienen metido en la cabeza que lo más importante es laborar, cuando lo que realmente los sacará de la pobreza es primero instruirse, volverse una persona preparada y culta.

Es importante enseñarles a los hijos a ser positivos, a pensar en grande, a no temerle al progreso propio o de otros, a no ser envidiosos ni a demeritar el logro de los demás. Una pequeña idea puede convertirse en un próspero negocio, y no requiere de una inversión gigantesca. Piense en Disney, que comenzó en un sótano con un papel, un lápiz y un dibujo de un ratón.

El miedo
Es otra barrera que se impone en contra de nuestra economía y comodidad. Los hijos crecen en hogares machistas, donde muchas veces hay abuso físico y mental, donde las madres están criadas para ser sumisas y para aguantar cualquier maltrato, y donde los hijos siempre son “más capaces” que las hijas. Esto crea una lesión grave en la mente, una lesión que perdura toda la vida.

Es necesario romper esos márgenes mentales, debemos vivir bien, con comodidad, debemos amar y ser amados; no permitamos de ninguna manera el chantaje o la manipulación de nadie, erradiquemos el miedo, seamos libres, pero con responsabilidad.

La pereza
La pereza es uno de los defectos más graves que atentan directamente contra nuestra buena fortuna y nuestra prosperidad.

Son bastante comunes las personas problemáticas y autocompasivas que se repiten a diario que no hay forma de salir de su situación. Sus frases más comunes son:

  • “Qué situación tan horrible”.
  • “La vida está imposible”.
  • “El problema no es solo mío, todos estamos en la olla”.
  • “Qué vida tan desastrosa, qué hijos tan horribles, vean el marido que me tocó, qué desdicha sin un solo peso”.
  • “Estoy acabado, este es el fin, ya nada me importa; soy un pobre infeliz, un fracasado”.
  • “Todo me ha sido negado, nunca he tenido nada; pobre de mí”.


Pero esto simplemente es un disfraz de la pereza. Estas personas se empecinan en quejarse de su situación, perdiendo tiempo valioso que podrían ser utilizando para cambiar su realidad, y siempre con las excusas de “pero para qué si esto no va a cambiar” o “pero cuándo; yo no tengo tiempo”.

Para salir realmente de esta situación y dejar la pereza, lo primero que hay que hacer es moverse, ser activos y salir a buscar las oportunidades. Si se es empleado, desarrollar otra actividad en sus tiempos libres; si no tiene trabajo, idear otro tipo de ingreso y buscar una forma de entrada monetaria que le permita vivir decorosamente. Existe mucha literatura sobre estrategias para el éxito, para un mejor negocio o simplemente para conseguir dinero, y leer esto está bien, pero lo más importante es salir, actuar y trabajar arduamente.

Existen unos puntos clave que son parámetros importantes y que al ser tenidos en cuenta pueden hacer que una idea se vuelva grande y dé frutos:

  1. Primero hay que tener una idea, crear algo a partir de una necesidad, retomar una buena idea familiar o simplemente enfocarse en aquello para lo que nos hemos preparado o para lo que seamos buenos.
  2. Luego, debemos ser objetivos y aterrizados frente a esta idea. No pensemos en algo que nos pueda comprar la familia y allegados, sino en algo que trascienda nuestro círculo de conocidos. Seamos honestos y calculadores.
  3. Seamos ordenados, sin importar la presión o el estrés, es importantísimo nunca olvidar el orden. Crear una rutina, creciente y ascendente, pero siempre ordenada.
  4. Seamos constantes y tenaces. En muchas ocasiones las ideas son muy buenas, pero al momento de la ejecución las personas se dan por vencidas, pues ven el trabajo como un sufrimiento o un sacrificio doloroso, pero esto no es más que otra forma de pereza. El 20% del éxito de una buena idea está en el concepto y las cuentas, pero el 80% está formado por el trabajo, la tenacidad y la disciplina.

 

 


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