Qué nos espera

Ciertamente, la humanidad está obligada a adquirir una conciencia ecológica, más pronto que tarde, y es por su propio beneficio. Se debe erradicar el recurso de la guerra y dentro de algunos años veremos cómo todo el esfuerzo humano será encaminado hacia la ciencia y la espiritualidad.

Ahora bien, esto no es un trabajo de la gente del futuro, de generaciones venideras; el trabajo debe comenzar en el ahora, en el hogar, en la crianza de los hijos y en la igualdad de derechos entre la pareja.

Colombia debe evolucionar, su gente debe evolucionar. Es sorprendente ver cómo aún la gran mayoría de colombianos, hombres y mujeres, son machistas, favorecen y son permisivos con el hombre, perdonan faltas gravísimas y hacen la vista gorda frente al maltrato.

Es necesario criar los hijos en la igualdad, hacerles saber que hombres y mujeres somos diferentes en nuestras características físicas y de personalidad, pero que somos iguales en importancia, espiritualidad, inteligencia, energía y poder. El hombre tiene unas funciones y la mujer otras, pero, aunque diferentes, son igualmente necesarias.

La violencia familiar llegará a su fin cuando sea comprendido el principio de la igualdad y sea asumida la responsabilidad del hogar por todos sus integrantes. Para esto, es importantísimo dejar atrás creencias machistas retrógradas y enseñar a nuestros hijos la importancia del hábito de la meditación.

El primer trabajo que la mente humana debe desarrollar en el estado de la meditación es en la transformación del error, sin este requisito, de nada nos sirve el poder mental. Los padres, en este sentido, son los que invitan al despertar de la conciencia, son su sensibilidad, deben conducir a los integrantes de su familia a la realización. Deben ser maestros, guías y ejemplo para su familia.

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