Equinoccio de otoño
En el año existen cuatro fechas importantes que marcan los cuatro periodos del año y que, por lo tanto, son momentos propicios, ya que contienen magnetismo y energía.
Los tres más conocidos son el solsticio de verano, también conocido como San Juan; el de invierno, Navidad; y el equinoccio de primavera, que es el equinoccio de la abundancia y de los frutos de la tierra.
Pero, siempre se deja de lado el equinoccio de otoño, que es justamente el opuesto al de primavera. Muchos se empeñan en afirmar que es el equinoccio menos importante, pero la verdad es que es el más espiritual, el de la meditación, el de la introspección en la vida interior y el de la evolución consciente del Ser.
Otoño es la fecha de la renovación, por esta razón, hemos recomendado la “fase de la limpieza de la rutina con las plantas”. Pero, otoño significa algo más profundo que limpieza; es renovación, momento en el que se caen las hojas de los árboles y el suelo se alimenta de sus propios frutos. Es la época de la cosecha, el momento en el que los frutos se desprenden de la planta, es tiempo de recoger, de ver el fruto de la tierra. Otoño es la simbología de trabajo en los “espacios del castillo interior”.
Los elementales, mientras maduran los brotes, hojas y frutos, están en estado de alerta, de cuidado, pero, cuando inicia el otoño, disipan esa tensión, entran a un estado meditativo, llegan a la tranquilidad.
Por estas razones, en otoño se recomienda hacer limpiezas, meditar con las energías propicias de esta época y trabajar en nuestra evolución interna.