La soledad bien entendida
Muchas personas dicen: “No puedo estar solo o sola, me da miedo la soledad, la soledad me deprime, me angustia, tengo que llamar a alguien”. Esto en parte es una condición de ciertas personalidades, por crianza o por recuerdos de existencias anteriores.
La crianza determina en mucho, la percepción correcta de la soledad, mi mamá cuando estábamos niñas nos decía “tienen que estar a gusto con ustedes mismas en la soledad y aprender a sentirse acompañadas con ustedes mismas” y esta enseñanza tiene mucho de espiritual ¿por qué? porque lo más importante que debemos hacer en la vida, debemos hacerlo solos, esto es una verdad ¿Quién va a meditar por nosotros? ¿Quién va a transformar la mente por nosotros? ¿Quién va a iluminar nuestros cuerpos? ¿Quién va a despertarnos la conciencia? Estos son algunos de los aspectos de nuestra vida que tenemos que emprender solos y desarrollar solos.
La meditación se da en la soledad, esto es indudable, nosotros nos sentamos y cerramos los ojos, y por más que estemos rodeados de personas, la meditación es individual, en la soledad de nuestro propio interior.
Cuando nosotros hablamos de la soledad, necesariamente recordamos el budismo y todo lo que se deriva de la meditación vacía del budismo. Al examinar esos conceptos, podríamos pensar que el budismo es pesimista o deprimente, pero esto No es así, el budismo es real y nos prepara para enfrentar la realidad.
El budismo dice:
- Nacemos en la soledad absoluta.
- Morimos en la soledad absoluta.
- Meditamos en la soledad absoluta.
- No podemos librarnos de la vejez ni del decaimiento, yo seré viejo y mi cuerpo sufrirá ese decaimiento.
- No podemos librarnos de la muerte, yo me voy a morir.
- La vida tiene constantes cambios permanentes, nosotros tendremos que separarnos hasta de la gente que más queremos.
Esto parece que fuera el más absoluto pesimismo y la misma depresión, sin embargo no lo es, son algunas de las frases que los budistas oyen en su educación desde niños.
Nosotros sabemos que los budistas del Tíbet, son los mejor preparados para entender la muerte, porque están educados desde niños para enfrentar la muerte. Esto también podría parecer pesimista y deprimente, pero no lo es, se trata de genuina educación espiritual real.
Pero esa guía para nosotros solamente debe ser: UNA GUÍA, es una verdad que debe estar siempre presente en la biblioteca del alma, en medio de la felicidad espiritual que nos produce el hecho de tener un ser interior que siempre nos acompaña y el hecho de saber que no moriremos jamás.
Entonces, en ese momento, la soledad se convierte en compañía y en oportunidad, para la meditación, para la reflexión y el balance y para el silencio.
Ese aspecto del ruido es muy similar al que no soporta la soledad, nuestra mente requiere de permanentes “rellenos”, para no desesperar, somos como algunos basuriegos que se sienten solitos y por tal razón “se acompañan” con cartones y con envases, así somos todos con el ruido, no soportamos el silencio porque nos enfrenta a nosotros mismos, cuando apagamos todo y quedamos sin música, sin televisor ni computador, nos enfrentamos a nuestro aterrador silencio, quedamos solos con el silencio.
En la soledad, ese silencio interno nos contacta con las dimensiones superiores, nos pone en contacto con el ser, en ese silencio, en la meditación, encontramos los secretos y los sonidos de los mundos elevados, encontramos respuestas, en la soledad y en el silencio podemos entender la esencia nuestra y se desaparecen nuestros miedos y nuestras obsesiones. Por ejemplo, quienes tienen miedo a la muerte, deberían interesarse en el Bardo y meditar en la muerte, entonces ese miedo desaparece como por encanto.
Nosotros somos como los niños que ven un monstruo cuando se apaga la luz, la solución es acompañar o aconsejar al niño para que enfrente el monstruo, con la luz apagada y con la luz prendida.
La soledad y el silencio son puertas grandes que nos conducen a los sitios sagrados de los mundos internos, el silencio es una religión universal, sin sesgos, sin opiniones, sin fanatismos y sin chantajes emocionales, es verdaderamente maravilloso el silencio en la soledad.
En el Tíbet antiguo existen las prácticas budistas del silencio, muy viejas, tanto que nacieron en el momento en el que el hinduismo se unió al budismo, prácticas gloriosas que tienen más de 2 mil años en las que se enseñaba a los monjes a “ver más” en el silencio, eran prácticas sublimes en las que todo el monasterio quedaba en silencio y los monjes retirados en estancias individuales, eran otros tiempos, cada uno de ellos tenía que oír los distintos sonidos de la naturaleza y del monasterio, como un mantra, cada sonido era un mantra, tenían que ver a todos sus compañeros como si fueran budas o maestros sagrados y vigilar los pensamientos como si fueran fuentes enormes de creatividad, cada pensamiento es objeto de profunda meditación y es la expresión de las dimensiones y los cuerpos superiores. Este silencio en la soledad, hace que veamos hacia adentro, hacia el interior y nos convierte en seres especiales, nos transforma, nos convierte en espirituales y NO permite que seamos personas ordinarias.
En el silencio nos ordenamos, recobramos la memoria, en la soledad, abrimos los cajones de la mente que hace tiempo no abrimos y restauramos la visión interior de los tiempos pasados y físicamente nos ocurre lo mismo, en momentos de soledad, en nuestra propia casa, volvemos sobre lo andado y recordamos aquello que dejamos atrás, nuestra mente retoma caminos abandonados y proyectos truncados por causa de las urgencias y de la cotidianidad.
La soledad es NECESARIA. Debemos comprenderlo, aun cuando estemos rodeados de gente, es necesario tener un momento de sosiego para ordenarnos y para recuperar lo que dejamos pendiente, para RECORDAR lo que dejamos en continuará.
La soledad y el silencio son fuentes de felicidad y de estabilidad, de felicidad porque en la soledad y en el silencio vivimos lo más importante de nuestra vida: el mundo espiritual de la meditación y de estabilidad, porque en esos estados de meditación, vienen las ideas, la creatividad, las fórmulas exitosas para salir adelante, vienen las respuestas a todos nuestros interrogantes y ese proceso creativo es fundamental para nuestra estabilidad.
La soledad y el silencio nos pueden purificar y sanar, sobre todo los problemas del alma, con la soledad nosotros podemos tener una gran capacidad de síntesis, una gran capacidad de comprender y de entender, logramos la tranquilidad y la paz de la oración, y este aspecto es el más importante para reiniciar nuestra vida espiritual.