blog search

Piltdown: el eslabón perdido que nunca existió

Posted on06/23/2017 by

En 1912, Inglaterra era líder en los estudios antropológicos mundiales y mucho de este ascenso se debió a los restos hallados en Piltdown, que en ese entonces se consideraron el eslabón perdido entre el hombre y el mono. Esta nueva especie en la cadena evolutiva se denominó Eoanthropus, “El hombre del alba”.

En 1912, Inglaterra era líder en los estudios antropológicos mundiales y mucho de este ascenso se debió a los restos hallados en Piltdown, que en ese entonces se consideraron el eslabón perdido entre el hombre y el mono. Esta nueva especie en la cadena evolutiva se denominó Eoanthropus, “El hombre del alba”.

El Hombre de Piltdown es uno de los casos más reconocidos de falsificación científica; fue una labor realizada con suma destreza, que, gracias a sus pruebas indudables, recibió el apoyo de los grandes expertos en evolución humana de la época. La comunidad científica tardó más de cuarenta años en descubrir el engaño.

Todo comenzó en 1908, cuando el antropólogo Charles Dawson descubrió fragmentos de un cráneo y una mandíbula en la misma cantera, que poseían un color que insinuaba un tiempo muy prolongado de entierro. Los huesos fueron entregados al departamento de Geología del Museo Británico, dirigido por Arthur Smith Woodward. Fue allí donde se realizaron los estudios de los restos, que parecían prometedores, ya que el cráneo contaba con una forma moderna, pero la mandíbula tenía ciertas estructuras simiescas y, además, los dientes presentaban marcas de desgaste humano.

Todas las observaciones hacían pensar que, efectivamente, este era el eslabón perdido que tanto se había buscado. Por desgracia, faltaban dos elementos clave para afirmar que ambas piezas pertenecían al mismo individuo: primero, la barbilla, que cuenta con grandes diferencias entre humanos y simios, y segundo, la articulación de unión entre ambas piezas.

A pesar de lo anterior, las pruebas eran aplastantes y el Hombre de Piltdown demostraba que el ser humano venía del Eoanthropus y no del Neanderthal, definido el segundo como una prueba fallida de la evolución. Para nuestra fortuna, todos estos argumentos se vieron desarmados en 1949, cuando el doctor Kenneth Oakley aplicó una fluorometría a los huesos, en la que descubrió que los niveles de flúor eran demasiado bajos, por lo tanto, los restos no podían ser tan antiguos.

Siguiendo este descubrimiento, Oakley continuó con sus investigaciones y pudo demostrar que tanto el cráneo como la mandíbula habían sido teñidos para parecer más antiguos y que las marcas humanas en los dientes habían sido confeccionadas de manera artificial. Con estas evidencias, la comunidad científica llegó a la conclusión de que el cráneo era humano pero la mandíbula pertenecía a un orangután.

Así fue como el Eoanthropus desapareció del linaje evolutivo humano.

Existen muchas teorías acerca de quién fue el falsificador de las evidencias, pero nunca se identificó un responsable. Lo cierto de este evento es que hubo uno o varios individuos que quisieron contar la historia de una forma determinada.

Como sabemos, la historia está llena de fraudes y evidencias falsas que intentan mostrarnos una cronología que no es real. La teoría de que venimos del mono está casi fundamentada en el supuesto eslabón perdido de Piltdown. Si se supiera la verdad, tendríamos que quemar todas las enciclopedias y libros de historia.

La humanidad está llegando a la era de la clarividencia y de la conciencia, y tarde o temprano entenderemos la verdad: el ser humano viene de las estrellas. Todo lo demás es una manipulación histórica muy bien trabajada. Más adelante saldrán a la luz las verdades y los detalles, y se publicarán evidencias que hoy en día se conocen, pero que se han escondido al público.


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

Menu

Settings

Settings

Compartir

Create a free account to use wishlists.

Sign in