Estamos en tiempos difíciles
La humanidad se encuentra en tiempos de cambio, de verdadera transformación mental; la inquietud espiritual está creciendo aceleradamente.
La humanidad se encuentra en tiempos de cambio, de verdadera transformación mental; la inquietud espiritual está creciendo aceleradamente. Pero aún nos encontramos en una frontera donde la mente duda y se hace preguntas, es una lucha constante en la que simplemente se descuida por el agotamiento y prefiere estancarse en ilusiones en lugar de aceptar la trasformación. Muchos se vuelven fanáticos, siguiendo sin reflexionar al primero que aparezca.
El fanatismo es la salida más fácil de esta batalla mental. Un fanático no debe pensar, reflexionar u opinar, simplemente, debe dejarse guiar por otros. El fanatismo lleva a la intolerancia, a no comprender pensamientos distintos y, sobre todo, a actuar sobre esta intolerancia, intentando doblegar al diferente y someterlo a la fuerza.
Debemos entender que fanáticos no son solo aquellos que ponen bombas o que pertenecen a ciertas religiones o sectas, no: fanático es todo aquel que no comprende, y no quiere comprender, las ideas, los sueños, las angustias y los procesos internos de los demás. El fanatismo se basa en estas personas egocéntricas que piensan que su verdad es la única y que consideran a los demás como absurdos por no concordar con ellas. El egocéntrico e inconsciente, lo ve todo con el filtro de su ego, engañándose a sí mismo y a los demás.
Estamos viviendo tiempos difíciles, tiempos de desconcierto y asombro ante el poder animal de la mente. Todo sucede acelerada, distinta y absurdamente. Las guerras son rápidas, mueren miles de personas en minutos, todo sin piedad y a una velocidad alucinante.
La brutalidad del yo humano es lo que se contrapone a la gran transformación de la bestia apocalíptica, que no es una persona o una organización secreta, es el ego mental, y, para derrotarlo, requerimos atacar la causa: nuestra propia mente.
Es necesario que cambiemos nuestra vibración, que entendamos la realidad del camino espiritual y que realmente comprendamos el dolor y la angustia que nos produce la inconsciencia en la que nos encontramos:
- Todos tenemos problemas.
- Todos sufrimos por los demás.
- Todos tenemos riesgos.
- Todos libramos la batalla de la vida.
- Todos nos preguntamos si las grandes y pequeñas respuestas son verdad o son mentira.
- Todos buscamos incesantemente la estabilidad.
- Aunque todo sea difícil, debemos tener optimismo y esperanza, debemos buscar la felicidad y la tranquilidad a través de rodearnos del aura y la luz de la buena vibración. Debemos luchar para ser prósperos.
- Estamos en los tiempos de la naturaleza, del conocimiento y de la libertad. Podemos investigar, meditar y averiguar sobre todo lo que pueda impulsarnos hacia el camino del equilibrio. Conocimientos, antes ocultos, se están dando a conocer. Sabiduría sagrada que estaba restringida para los iniciados, ahora está llegando a nosotros. Es la gran ciencia de la magia buena, de la magia blanca y correcta; una magia que ayuda y que impulsa. Esta es la gran ciencia energética practicada por los grandes guías de la humanidad, como Jesús, Siddhartha o Baba Ji.
La energía se manifiesta de diversas formas, activando la mente, despertándola y estimulándola. El Sello Celta, por ejemplo, es un signo de energía positiva y abundancia, que consta de dos mantras y dos runas, y que puede establecer fuerzas de estímulo mental, con códigos que ya existen en nuestra memoria del ADN.
Ser exitosos o fracasados, infelices o felices, depende de nuestra mente, que se rodea con los medios para el éxito o el fracaso y depende de nosotros rodearnos de optimismo, de esperanza, de vibración positiva y de ayuda hacia los demás. Debemos decirnos frases positivas, de ánimo y perdón, de amor hacia la humanidad.
La mente debe llenarse de pensamientos positivos que estén en constante búsqueda de corrección de los defectos. La mente debe sacudirse de las malas rachas, de las energías negativas; debe ubicar en su pantalla mental imágenes de energía positiva.
Ese ánimo positivo no es un consejo, de hecho, es un deber nuestro en estos tiempos difíciles. Ánimo para nosotros, ánimo para el que está decaído. Es una misión de amor con nosotros mismos y con la humanidad.