Stephen Hawking y el cielo
Hace algún tiempo, el reconocido físico inglés, Stephen Hawking, hizo unas declaraciones acerca de la existencia del “cielo”, opinión que causó gran impacto en su momento.
Hace algún tiempo, el reconocido físico inglés, Stephen Hawking, hizo unas declaraciones acerca de la existencia del “cielo”, opinión que causó gran impacto en su momento.
Se ha dicho que al físico le agrada dar declaraciones explosivas y llamar la atención. Este no es el primer caso, ni el único: en las últimas décadas, científicos destacados se han interesado por el tema, teorizando acerca de la línea que une a la física con la religión; indagan, afirman y hasta se contradicen.
Stephen Hawking afirmó en una entrevista publicada por ‘The Guardian’: “Yo considero al cerebro como una computadora que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar; ese es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad”.
Afirmó también que su enfermedad, diagnosticada cuando tenía apenas 21 años, lo ha ayudado a disfrutar más de la vida, ya que ha pasado las últimas décadas esperando la muerte, por lo que no le teme a su propia partida.
Hawking es un físico teórico, dedicado al campo de la matemática, quien ha sido supremamente ortodoxo en sus opiniones, pero a veces nos preguntamos qué tanto más hubieran avanzado sus teorías si hubiera estudiado a fondo los libros sagrados de nuestra humanidad.
Ahora bien, el cielo al que se refiere Hawking, ese que es un tanto caricaturesco e infantil, efectivamente, no existe, sino que realmente el paraíso son las dimensiones superiores. Hawking ha basado su vida y estudios a la teoría física y matemática, pero poco sabe acerca de la vida después de la muerte, de esa universalidad que enfrenta a cada alma con su propia mente. Es una universalidad con otras leyes y con una complejidad indescifrable.
Cuando Hawking habla de la teoría M o teoría de las supercuerdas, está explicando una teoría espiritual que habla de otras dimensiones, para ser más exactos “once”; habla de portales entre la tercera, cuarta y quinta dimensiones; de la fusión de los conceptos de dimensiones y de puentes dimensionales, lo que denominan “cuerdas”; de la supergravedad de la que hablaban los vedas hace millones de años; y sacan las brillantes conclusiones de que existen partículas misteriosas, como el Gravitón, que tendría el poder de utilizar los puentes dimensionales. Una verdad que aún se escapa de nuestro entendimiento.
Según Stephen Hawking, nosotros, los seres humanos, somos como un computador que, una vez deja de funcionar, no va para ningún cielo o paraíso. Sin embargo, esta no es la metáfora ideal. Un ejemplo más preciso sería comparar nuestro cuerpo con un automóvil, una máquina perfecta en su funcionalidad, pero que no sirve de nada sin su conductor.
En este sentido, nuestro cuerpo es el vehículo del ser, su conductor: la mente, el alma y el espíritu. Con la muerte, el chofer deja este automóvil, pero pasa a dimensiones superiores.