Evidencias de la Atlántida
Actualmente, tenemos muchas evidencias que prueban la existencia de la Atlántida, que no son solamente las miles de inscripciones egipcias, que hablan con claridad de esta cultura, sino los descubrimientos de grandes restos de estructuras maravillosas.
Actualmente, tenemos muchas evidencias que prueban la existencia de la Atlántida, que no son solamente las miles de inscripciones egipcias, que hablan con claridad de esta cultura, sino los descubrimientos de grandes restos de estructuras maravillosas. Estos hallazgos se han hecho a través de satélites, a la altura de la costa de Marruecos y frente a Gibraltar, por importantes miembros de la comunidad científica.
A pesar de los muchos descubrimientos, sus análisis son de alta complejidad, ya que el lecho marino es inestable y con una actividad indiscutible. Si pensamos solo en los famosos galeones hundidos hace apenas 400 años, observamos que solo quedan escombros, por eso, podemos imaginar qué le pudo pasar a toda una civilización hundida hace cientos de miles de años.
Platón, uno de los filósofos que más habló de la Atlántida, vivió hace 2.400 años y fue entrenado en la escuela de Sócrates. Al ser heredero de una familia pudiente, tuvo acceso a información privilegiada, como las teorías de relatividad del filósofo Crátilo, notas antiquísimas de Heráclito y muchas otras fuentes de conocimiento a las que pocos pudieron acceder. Vivió en una época muy complicada, cuando vio a Sócrates ser castigado por decir que el asunto de los dioses griegos era una interpretación errada. Por esta razón, se vio en la necesidad de escribir de forma poética, alegórica y hasta novelada, con el fin de disimular la esencia principal de sus escritos, y los relatos de la Atlántida no se vieron exentos.
Las historias platónicas de la Atlántida se narran en sus escritos de Timeo y Critias, y se mencionan como “las historias que fueron, con toda seguridad, posiblemente verdaderas”. Esta frase resume el miedo que sintió cuando, apenas a sus 28 años, presenció cómo su maestro fue obligado a tomarse un vaso de cicuta.
En India se dice que existían hace cientos de miles de años los imperios de Raam, ciudades espléndidas hechas de cristal, que eran protegidas por una poderosa y gigante gobernante; y Platón habla de las luchas de Atlantis y del liderazgo y protección que asumió la diosa Atenea. Una similitud muy curiosa, ¿no?
Teniendo en cuenta lo anterior, nos encontramos con otros relatos del filósofo que tienen mucha similitud con narraciones de diversos libros antiguos. Por ejemplo, la historia de la repartición de las tierras, en la que el norte de África, que en su momento no era un desierto, fue designado para los egipcios. Así mismo, la historia de Poseidón, un ser maravilloso y gigante, que respiraba bajo y fuera del agua, y a quien las criaturas invisibles de la bruma hacían caso. En esta historia, el dios bajó del Sol, o del disco solar, para unirse con las hijas de los hombres y fundar una civilización que luego se hundiría y dejaría muy pocos remanentes.
Todo esto parece una coincidencia, historias sacadas del libro de Enoc o del Génesis, pero realmente no lo es; es la misma historia, la repetición de la repetición.