Época de cambio y la 2da venida de Cristo
Sobre la segunda venida de Cristo, las grandes religiones y memorias ancestrales han hecho conjeturas, tejido misterios y evidenciado un sinnúmero de coincidencias, pero la religión que más ha hablado de este tema es el mazdeísmo, creencia casi desaparecida que pertenecía a la antigua Persia. Ellos tienen nuestro mismo dios, pero con el nombre de Aura Mazda, por cuestiones de idioma.
Sobre la segunda venida de Cristo, las grandes religiones y memorias ancestrales han hecho conjeturas, tejido misterios y evidenciado un sinnúmero de coincidencias, pero la religión que más ha hablado de este tema es el mazdeísmo, creencia casi desaparecida que pertenecía a la antigua Persia. Ellos tienen nuestro mismo dios, pero con el nombre de Aura Mazda, por cuestiones de idioma.
Ahora bien, resulta que en esta antigua religión existía una profecía increíble que decía que en una época cuando, al hacer los cálculos, fuera el año 400 después de Cristo, el Príncipe del Mundo Oscuro diseminaría las tinieblas en la Tierra y esto sería horrible para la humanidad. A partir de este reinado, nada sería igual; la virtud y la espiritualidad desaparecerían de los corazones y solo reinarían la apariencia, la conveniencia y el poder de la riqueza.
Esta maldad modificaría el ‘Asha’, o ritmo cósmico de la Tierra y de los humanos; a nombre de ese reinado morirá gente, campearán el miedo y el odio por causas religiosas y los seres humanos no tendrían ya visión, por lo que se entregarían a sus propios vicios de la mente.
El príncipe oscuro, llamado Ajrimán, tendría un poder nefasto que duraría 1.560 años, tiempo en el que finalmente empezaría a diluirse y a desaparecer. Se dice que para esa época aparecerá un héroe divino, un ser de luz y redentor del bien y de la verdad. Nacerá de las aguas de un lago y, poco a poco, restaurará la luz de la gente y la memoria correcta. Destruirá la energía de los vicios de la mente, para destrabar la evolución de las personas y restablecer el ‘Asha’ del mundo. Esa es la esencia del Zend Avesta, pero advierte que el cambio será gradual, algo lento, pero con paso firme y, al final, en cada corazón podrá oírse nítida la voz de Ahura Mazda.
Alrededor de estas palabras se han generado muchas especulaciones y teorías, pero lo cierto es que, al finalizar el reinado del Príncipe Negro, en lo que calculamos 1960, comenzaría la época del cambio, el punto de inflexión en el que se acelerará el tiempo.
La cultura persa fue una de las más antiguas e influyentes del mundo, de hecho, se dice que ha modificado e inspirado a otras muchas. El mazdeísmo es el padre del judaísmo y, por lo tanto, del cristianismo; por eso, el gran parecido que tiene, en Zend Avesta, el Libro Sagrado Persa con la Biblia. El judaísmo no es ni egipcio y afro-asiático como muchos creen, el hebreo viene del persa, es el mismo arameo, que viene de raíces indoeuropeas, tal como las lenguas celtas eslavas o germánicas.
No solo en el Zend Avesta se habla de la segunda llegada del Mesías, esta predicción podemos encontrarla también en textos zoroastrianos, en el Nuevo Testamento y en los evangelios, los apóstoles mencionan más de 300 veces la nueva llega de Cristo y el mismo Pablo lo dice más de 50 veces.
Hay una vieja tradición en la que se da a Nuestro Señor Jesús un nombre bellísimo, se le dice “La estrella, o el lucero, de la mañana”, en Europa se le dice “El lucero del alba”. Cuando Hernán Cortés llegó a América, descubrió que los mayas esperaban el regreso de Kukulkán, para que restaurara la luz, lo llamaban “La estrella de la mañana” y en los códices aztecas aparece, por ejemplo, que Quetzalcóatl dice: “Me voy a preparar el cielo de las almas y a fundirme con la luz de todos, pero regresaré y encerraré la oscuridad, regresaré por el Oriente, por donde sale el lucero de la mañana, yo seré esa estrella”. Increíble que un códice mexicano sea tan parecido al texto del libro del Apocalipsis, capítulo 22, verso 16: “Yo, Jesús, he enviado a mi ángel a fin de daros testimonio de estas cosas para las iglesias, Yo soy la raíz y la descendencia de David y la estrella resplandeciente de la mañana”, pero en realidad todo esto no es casualidad, pues la ciencia de la iluminación es la misma en todas partes.