La verdad sobre los Reyes Magos
Los Reyes Magos son, indudablemente, uno de los misterios más grandes de la Navidad. Se habla de tres reyes de tierras lejanas que fueron guiados por una estrella al lugar del nacimiento de Jesús y, según la tradición, cada uno de ellos le regaló incienso, mirra y oro, respectivamente.
Los Reyes Magos son, indudablemente, uno de los misterios más grandes de la Navidad. Se habla de tres reyes de tierras lejanas que fueron guiados por una estrella al lugar del nacimiento de Jesús y, según la tradición, cada uno de ellos le regaló incienso, mirra y oro, respectivamente.
Sin importar lo que comúnmente se oye, la visita de los Reyes Magos a Jesús recién nacido es un hecho trascendental en la historia de los evangelios, pues evidencia una comunicación directa entre la existencia de Jesús y las grandes civilizaciones antiguas.
Lastimosamente, la historia de los Reyes Magos nunca fue muy bien acogida, en primera instancia, por los roces o malas relaciones entre las diferentes civilizaciones de la época, como los judíos y los persas. Otro factor importantísimo fueron las diferencias en creencias de ese entonces y de los siglos venideros, pues sería inadmisible pensar en reyes o magos de otras religiones, de religiones paganas, que tuvieran una relación directa con Jesús. En su momento, un jerarca persa no era bien recibido entre los hebreos o cristianos primitivos. Mucho menos hablar de religiones o representantes de religiones distantes, como del budismo en Oriente.
Ahora bien, algunos jerarcas ocultos de Oriente, asirios, persas y caldeos, sabían del nacimiento de un enorme guía espiritual y, mientras los judíos estaban a la espera de un líder político, aquellos conocían la llegada del Mesías espiritual. De este nacimiento se sabía hacía cientos de años. En el salmo 72 podemos leer con claridad una profecía, escrita por David casi mil años antes de Cristo, que dice: “Ante Él se postrarán los moradores del desierto, los reyes de Tarsis y de las islas traerán presentes, los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones, todos los reyes se postrarán delante de Él”.
Los regalos de los reyes tienen además un significado especial: el incienso de la misión sagrada y el apostolado, el oro de la majestad y la realeza, la mirra de la inmortalidad y el silencio de la profunda adoración espiritual.
La siguiente incógnita del misterio de los Reyes Magos es si efectivamente fueron solo tres. Este número se ha concluido por el tipo de dones entregados a Jesús, pero, al parecer, fueron más. La verdad es que los reyes eran extranjeros, hecho que ha molestado tanto a los cristianos, que más adelante se inventaron todo tipo de dispositivos para hacer saber que los Reyes Magos no eran herejes. Se creó un pasaje casi mitológico en el que el apóstol Tomás los bautiza en uno de sus muchos viajes de evangelización. Se dice también que, aun después de muertos, los restos de estos reyes fueron pasados de mano en mano, guardados y protegidos en urnas.
Otro de los elementos misteriosos de los Reyes Magos son los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. ¿De dónde vienen estos nombres?
En la Antigüedad existió un rey llamado Gondofares, que reinó las tierras que hoy serían Irán, Pakistán y parte de India. En iraní se le conocía como Gaspar y fue un rey místico y secreto, de tradición y gran educación en astrología y conocimientos herméticos. Este fue, sin duda, uno de los reyes magos.
Sobre Baltasar, el rey negro, se dice todo tipo de teorías absurdas, entre ellas, que era un rey africano que llegó a Belén por pura casualidad. En las tradiciones ocultas se habla de dos príncipes dogones de origen wamba, quienes partieron en un viaje de cuatro años para conocer personalmente al hijo de Amma. En los libros viejos apócrifos a los dogones se les conoce como pueblos antiquísimos relacionados con los emperadores extraterrestres de Egipto, venidos de las dos estrellas más grandes del complejo de Sirio. Los wambesis, descendientes directos de la primera raza negro-azul, hablan del principio de la gente con tanta claridad, que casi se puede oír su tradición oral sin necesidad de interpretaciones. Es muy posible que estos príncipes wambas encajen con Baltasar, nombre que seguramente se deriva de Baratoras de los etíopes o de Bithisarea de los sirios.
El nombre de Melchor es posible que esté relacionado con los medos. Melchor sería el seudónimo del heredero al trono de Sargón y, al mismo tiempo, “hermandad de Sarmán”. Esta última se destaca por sus conocimientos energéticos de chinos, hindúes e himalayos, mezclados con el culto mazdeísta.
Todas estas son historias lindísimas que nos hablan de los verdaderos Reyes Magos, reyes-sacerdotes que viajaron grandes distancias para conocer al Mesías.