Acerca de la reencarnación
Cuando hablamos de reencarnación, surgen muchas preguntas, pues es un tema altamente controversial. En esta época de grandes avances tecnológicos, y por una mayor tendencia al desarrollo interno, el tema, que tantos nombres ha tenido a través de nuestra historia, está volviendo a despertar un gran interés.
A decir verdad, no es más que la búsqueda y conquista de otra de las muchas posibilidades que tiene un ser que ha sido creado a imagen y semejanza del Altísimo. Esta realidad, que ha sido llamada espiritualidad, ocultismo, esoterismo, etc., es el conjunto de evidencias precursoras de lo que mañana será una ciencia independiente que tendrá que descubrir nuevas leyes, parámetros y sistemas de medida, con el fin de poder aportar a la humanidad los mecanismos para alcanzar las estrellas.
Por ahora, tendremos que comenzar por admitir que, aunque se preste para muchas especulaciones, son realidades que existen y el hecho de que tengan explicación o no, no cambia la situación. Día a día a miles de personas escépticas y creyentes les suceden todo tipo de fenómenos, que no son sino las pruebas de que es una realidad, y que quedan impresas en sus corazones.
Acerca de la reencarnación hay muchas hipótesis, se dicen mil cosas, religiones y filosofías milenarias saben que existe y han tratado de explicarla. Muchos aseguran que no tiene razón de ser y sin ningún argumento niegan olímpicamente que exista. Lo cierto es que alrededor del tema se presentan muchos interrogantes. Trataremos algunos de ellos.
¿En qué se basa la gente que asegura que la reencarnación no existe?
Normalmente, estas personas no se basan en nada para llegar a esta afirmación, tienden a negar aquello que ignoran, desconocen o simplemente no entienden. Muchas de ellas afirman que «si no lo puedo ver o palpar, simplemente, no existe». Pero esta premisa se queda muy corta, pues para poder decir a ciencia cierta que la reencarnación no existe, la persona tendría que morir y resucitar para negar su existencia.
En cambio se ha sabido de muchos que regresan de estados graves de coma, que han percibido fenómenos que indican la existencia de otras dimensiones y que han podido registrar recuerdos de encarnaciones pasadas.
Sin embargo, hay que ser precavidos y muy objetivos, porque hay gente que aprovecha el anhelo y la constante búsqueda de la verdad para confundir con teorías disparatadas y sacar provecho de la situación. Tampoco debemos inclinarnos hacia el otro lado, que niega irracionalmente todo lo que ignora, no maneja o no se explica.
En definitiva, todos los extremos son negativos, no hay que creer inocentemente en todo lo que la gente inventa y, por otro lado, hay que examinar cuidadosamente por qué se dice que algo existe o que no existe. Todo debe tener una explicación, una base y un fundamento. Debemos ser objetivos, racionales y muy justos.
¿Por qué reencarnamos?
Cuando encarnamos en un nuevo cuerpo, tenemos asignadas diferentes misiones que nos puedan conducir al perfeccionamiento y nos realicen como verdaderos seres humanos, verdaderos hombres y mujeres, sin vicios, sin errores, respetuosos de los seres inferiores y en armonía con los diferentes cuerpos vivos e inanimados que nos rodean.
Nuestra misión es llegar a este estado crístico. Cristificarse es cumplir con el mandato de Nuestro Señor Jesús, es corroborar la esperanza que Él nos dio de que algún día podíamos alcanzar el paraíso, y esto solo se logra acabando con los vicios o errores mentales, iluminando nuestro ser con las energías que el Padre ha puesto a nuestro servicio y hacer hasta lo imposible para que todos los que nos rodean alcancen de una manera clara y real la verdadera iluminación.
¿Hay cambio de sexo de una reencarnación a otra?
No es lo usual, no ocurre en todos los casos, pero sí puede ocurrir en varias oportunidades. El hecho de nacer con el mismo sexo o cambiar en la vida siguiente, obedece a razones kármicas de equilibrio. Por ejemplo, si un hombre es en extremo brusco y bárbaro en su temperamento, tendrá que encarnar la vida que sigue en mujer y sufrir todo el maltrato y las penalidades que causó, a fin de que registre en su experiencia la delicadeza y el cuidado.