Reencarnación: ¿es al azar?
Nada es al azar: todo lo que ocurre, todas las cosas y los hechos tienen su razón de ser y existir, no se mueve la más leve brisa sin el perfecto plan del Altísimo. Todo, desde lo más sencillo hasta lo más complejo forma parte del plan infalible del Absoluto.
Nosotros los seres humanos, los animales y las plantas tomamos cuerpo al momento justo e indicado, con el fin de cumplir una misión en esa encarnación. Todos somos actores en la obra divina, hay aquellos con misiones estelares y otros con secundarias, pero todas son parte de un tejido perfecto del plan del universo.
Nada es coincidencial, todo tiene su causa y su fundamento, todos somos al mismo tiempo causa de algo que sucederá inevitablemente y también consecuencia de los hechos pasados.
Las plantas, por ejemplo, tienen su propia línea evolutiva. Existen entre ellas jerarquías en sus diferentes formas según el elemento del que se trate; ellas también avanzan en complejidad y conciencia hasta que logran ser devas, o rectores elementales de magnitudes y poderes inimaginables.
Los animales tienen su propia línea evolutiva, siendo la configuración de sus cuerpos internos totalmente diferente a la de los humanos. Por esto, vale aclarar que es muy poco probable, y se podría decir que casi imposible, que un alma humana encarne en perro, caballo u otro animal.
Ahora bien, hay aspectos mentales negativos que por su fuerza, violencia y brutalidad, pertenecen a lo que se denomina el inframundo. En algunos pocos casos, estas fuerzas toman como cuerpo físico a un animal y este hecho ha sido responsable de que muchos se hayan confundido concluyendo que el alma humana puede encarnar en animal. No podemos condenar severamente esta interpretación, porque a veces es algo complicado juzgar un hecho de las dimensiones superiores con los ojos, la razón de esta dimensión y cultura a la que estamos acostumbrados.
Algunos libros sagrados, como el Bhagavad-Gita, mencionan casos de encarnación de almas humanas en animales, pero tales afirmaciones son alegorías y simbolismos altamente esotéricos.
En las encarnaciones humanas hay mucho rigor y orden, nada es al azar. Todos y cada uno de nosotros encarna con una misión muy particular. Hay quienes encarnan para aprender alguna cosa, otros con el fin de enseñar algo, pero todos lo hacemos con el objetivo de perfeccionarnos, de llegar a la iluminación.
Para lograrlo, tenemos a nuestro alrededor mucho apoyo, algunos que se encuentran en cuerpo y otros desde otras dimensiones. Es por esto que nuestros seres queridos y parientes siempre encarnan a nuestro alrededor: nuestro padre, por ejemplo, pudo haber sido un primo o un gran amigo en una vida pasada. Encarnamos todos juntos, pues estamos cumpliendo con una gran misión unificada.