Solsticio de invierno

Recordemos que nuestro planeta ha sido organizado en meridianos (líneas imaginarias que van del Polo norte al Polo sur) que definen elementos como la zona horaria y el cálculo de los puntos solsticiales y equinocciales, tema que el 21 de diciembre nos interesa particularmente.

Junto con los meridianos se encuentran los paralelos (líneas horizontales que recorren imaginariamente nuestro planeta). El paralelo más importante es la Línea del Ecuador, que separa en dos la Tierra.

Colombia, particularmente, se encuentra dividida por la Línea del Ecuador, por tal razón, los cálculos de las horas y los días solsticiales y equinocciales se hacen según las estaciones del norte y, para hacer un promedio y para el caso de Colombia, se tienen en cuenta los meridianos 73, 74 y 75.

La separación de las épocas según las estaciones es una costumbre antiquísima y han sido de toda índole. Inicialmente, solo diferenciaban invierno y verano, luego, los árabes descubrieron el tiempo de la primavera y, recientemente, les debemos a los griegos la inclusión del otoño.

El parámetro fundamental de las estaciones es la temperatura, y su variación depende básicamente de la órbita elíptica y de la rotación inclinada del eje terrestre.

El invierno es un periodo de renovación, de meditación y de balance. Cuando inicia, es necesario aquietarse, recogerse y pensar. Cuando finaliza, es propio planear, sembrar, ordenar y ubicar.

La primavera es el milagro de la vida, la floración, la abundancia, el regalo de los primeros frutos de la naturaleza. Es la época de la plegaria, la petición al Ser interior por su misericordia y magnificencia en estos planos inferiores.

El verano es el periodo de máxima energía, la exaltación de los elementales, la aparición de los frutos, la presencia viva de la cantidad. La idea exacta del verano es la fiesta de san Juan, muy cercana al solsticio de verano.

El otoño es el periodo de la recolección y el conteo, de coger los frutos y asegurarlos, de protegerlos. En el ser humano, es el tiempo de la purificación, es el momento de cerrarse y limpiarse.

Los solsticios y equinoccios marcan la entrada a la estación, y cada uno es importante para nuestras vidas. Ignorarlos, sería equivalente a negar la influencia lunar en los fluidos del planeta. Todos somos organismos terrícolas, rotamos con la Tierra y, según nuestra situación en los hemisferios, nos vemos afectados por las estaciones del sur o del norte.

El 21 de diciembre es el solsticio de invierno para el hemisferio norte y nuestro país se encuentra aquejado por una pandemia terrible, que no podemos ignorar o pasar con indiferencia.

Hoy es necesario adaptarse, pero administrando los riesgos, para saber sobrellevarlos, estar alerta y conscientes.

Hoy debemos desapegarnos de lo que puede llamar al peligro, prever, implementar soluciones drásticas; y debemos hacerlo nosotros. Esa es una de las reflexiones de cambio que debemos incluir en la meditación del solsticio de invierno.

Hoy es el momento de reflexionar acerca de nuestros defectos, como nos lo recomendaron Jesús y el señor Siddhartha.

Hoy en la noche debemos leer, en la carta de la «Práctica de la lámpara azul», todo lo que deseamos y tenemos que abandonar.

En la «Práctica de la Lámpara de luz azul», la idea es asociar el poder mental, la memoria y esta luz. Idealmente, la carta debe ser iluminada con luz azul (puede ser a través de un vidrio de este color) en 2 o 3 oportunidades. La carta se lee y se «irradia» con esa luz, lo cual tiene un impacto síquico que nosotros no captamos, ni sabemos medir, pero que existe y se verifica en la realidad.

Los rodeos que se dan, son para fijar el contenido del texto en la memoria e inconscientemente asociarlo con la luz azul. Pero, no se complique, hágalo como usted lo entienda. Es esencial que existan los elementos vidrio azul, velas, flores blancas, papel de buena calidad con letra bonita, memoria y humo de mirra.

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©