La historia de nuestro planeta y del universo
Durante toda nuestra historia, los avances tecnológicos, y muchas de las teorías de avanzada, han sido rechazadas duramente y clasificadas de impías o heréticas, debido al gran miedo de nuestra civilización frente a lo desconocido.
Durante toda nuestra historia, los avances tecnológicos, y muchas de las teorías de avanzada, han sido rechazadas duramente y clasificadas de impías o heréticas, debido al gran miedo de nuestra civilización frente a lo desconocido.
Por ejemplo, Cristóbal Colón fue clasificado de hereje porque afirmaba que la Tierra era redonda y no plana, pero tuvo la oportunidad de demostrar su teoría gracias a los viajes que realizó.
Sin embargo, no todos tuvieron la misma suerte: Copérnico fue un gran científico que sufrió una suerte indescriptible al plantear que la Tierra no era el centro del universo sino un planeta más girando alrededor del Sol. Después de su muerte, su obra, ‘De revolutionibus orbium coelestium’, publicada por un amigo, fue prohibida, quemada y señalada de herética, y a Copérnico como hereje. Lo curioso de este caso es que se basó en los estudios e ideas realizadas, trescientos años antes de Cristo, por Aristarco de Samos, un ilustre griego que propuso la misma teoría. Aun así, fue declarado impío por las autoridades de la época.
Copérnico no fue el único en estudiar a los antiguos, el mismo Aristarco de Samos estudió la herencia del conocimiento egipcio y el de los vedas, quienes establecieron las bases de la sabiduría universal.
Los antiguos vedas tenían todo el conocimiento de las edades y de las eras del cosmos. Carl Sagan, uno de los grandes científicos de la modernidad, fue un ávido estudioso y reconoció muchas de las coincidencias entre estos textos y las más actuales investigaciones astronómicas. Mientras los científicos de la segunda mitad del siglo XX “descubrieron” que el universo está en expansión, los vedas hablaban de ello hace más de 14.000 años, denotándolo como la respiración de Brahma.
Recordemos que Brahma es otro nombre que los hindúes han dado Dios. En la Antigüedad, las religiones hindúes eran monoteístas, solo que nombraban a Dios de diferentes maneras. Tal como nosotros podemos nombrar a nuestra progenitora: mamá, mami, mamita o madre, refiriéndonos a la misma persona, así mismo se referían los hindúes a Dios dependiendo de la circunstancia: Vishnu, cuando es el universo; Shiva, cuando renueva y transforma el universo; y Brahma, cuando conserva y estabiliza los mundos.
Según los antiguos vedas, la edad del universo se calcula por la respiración de Brahma: cada inhalación y exhalación con una duración de 100 años, respectivamente, y afirman que, según esos cálculos, en esta parte del universo nos encontramos en la exhalación número 51. Un día de este siglo de exhalación es denominado kalpa y cada kalpa contiene 14 edades de Manú; cada edad de Manú contiene 71 yugas y cada yuga contiene 432.000 años de la Tierra. Según los vedas, en estos momentos nos encontramos en el yuga 28, denominado la era de Kaliyufa o la era de “pesadez del hierro”.
Los hindúes han hablado de muchas humanidades que han vivido en las distintas edades, y no solo en nuestra tierra, sino en planetas próximos, pero que su recuerdo se ha perdido con el pasar de los años. Según ellos, desde hace más de cuatro millones de años nuestro planeta ha visto el nacimiento, florecimiento y olvido de muchas civilizaciones, y por lo menos ha tenido cinco grandes grupos de sembrados venidos de otros mundos.
Tradicionalmente nos han hablado acerca de un ‘homo sapiens’ de apenas un millón de años, una teoría que en el futuro seguramente nos generará vergüenza o risa. Lo más sorprendente es que la verdad, la realidad de nuestra historia, ya está escrita y revelada con claridad en los libros sagrados. Es por eso que vemos grandes personalidades, como Copérnico, que estudiaba a los antiguos, o como Einstein, que leía las teorías de Blavatsky y de los vedas.