Los amigos en la vida de nuestros hijos

Posted on05/05/2021 by

Es una realidad: donde nuestros hijos pasan la mayor cantidad de su tiempo –en el colegio o en espacios con otros jóvenes de su edad–, los amigos se vuelven tan «maestros» como los mismos padres.

Por esta razón, es tan importante que los amigos de nuestros hijos tengan gran calidad espiritual, pues no solo serán su compañía constante, sino también sus consejeros más inmediatos. Hay amigos que crean un vínculo tan fuerte, que pueden sentirse como hermanos.

De ahí el dicho: «Dime con quien andas y te diré quien eres».

Pero recordemos que nuestra misión como padres es con nuestros hijos, no con sus amigos. De nada sirve decirle a un hijo: «No andes con fulano», porque, casi siempre, más querrá pasar tiempo con esa persona. Lo que debemos hacer es enfocarnos en fortalecer su carácter, para que sean ellos mismos quienes puedan escoger el mejor camino y no dejarse llevar por lo negativo.

Un padre o una madre, sin importar su circunstancia o lo vivido, nunca debe caer en la autocompasión, pues es un terrible obstáculo para alcanzar cualquier meta, más aún cuando el objetivo es fortalecer a sus pequeños. La autocompasión es un error de concentración del ego, es un espejo defectuoso en el que perdemos el tiempo contemplándonos y, al mismo tiempo, diciéndonos: «Pobrecito yo».

Un padre o una madre no pueden dejarse caer en este mal hábito, es necesario que nuestros hijos sepan que las grandes cosas, los grandes logros, se adquieren a partir de trabajo arduo y sacrificio. Las personas verdaderamente exitosas han trabajado mucho para llegar a donde están.

Los padres deben llenarse de optimismo, rodearse de energía positiva y de alegría en el trabajo. Deben tener una esperanza inagotable en sus hijos; creer y confiar en la gente.

Solo así, estos padres que abandonan la amargura y el desconsuelo podrán ser realmente fuertes y espirituales, desapegados y llenos de virtudes. Sin importar qué tan triste sea nuestra realidad, esta se puede convertir en la feliz causa de la existencia de almas monumentales.

A todos esos padres: ¡felicitaciones!

 


Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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