La Virgen María y su origen
En ya más de dos mil años de historia, se han dicho muchas cosas sobre Jesús, pero, si somos sinceros, no se ha dicho lo suficiente sobre sus padres.
En los bellísimos textos conocidos como los «evangelios apócrifos», existen datos muy interesantes de la Virgen María y de José, datos que nos llevan a pensar que eran seres extraordinarios, escogidos como padres de Jesús por sus enormes méritos espirituales. Hoy hablaremos de la Virgen María.
El nombre con que se menciona en las Sagradas Escrituras es Miriam, que es el nombre original de María en hebreo. Y, aún cuando en los apócrifos la vida de la madre de Jesús es un misterio, es evidente que en estos libros la describen como un ser que «venía de otro mundo».
Si estudiamos la vida de la Virgen María en los textos del cristianismo primitivo, vemos que tuvo un nacimiento muy parecido al de Jesús: María fue anunciada por un ángel, fue concebida en el cuerpo de sus padres mayores y fue custodiada por seres superiores.
Los padres de María, Joaquín y Ana, eran muy reconocidos en la comunidad hebrea, religiosos y devotos, y de una familia de nobles y con grandes posibilidades económicas. En los apócrifos está escrito, en uno de los libros secretos de Mateo, que un ser luminoso de apariencia angelical se presentó ante el anciano patriarca Joaquín y le dijo: «Ana ha concebido una hija, corre al lado de tu mujer y te darás cuenta; esto ocurrió hace algunos instantes». Dicho esto, se elevó al cielo. También en el libro apócrifo de la natividad de la Virgen, dicen que Ana se sentía abandonada cuando apareció ante ella un ser luminoso y sobrenatural, de otro mundo, y le anunció que esperaba una hija inmaculada de grandeza espiritual indescriptible.
Los apócrifos también comentan que desde su niñez María demostró un altísimo nivel de conciencia y de un despertar sin igual. Desde pequeña, los ángeles supervisores de María le recomendaban a Ana cómo criarla, en detalles tan explícitos como su alimentación o su presencia en el templo.
En los apócrifos se habla de la práctica por parte de la Virgen de una meditación especial enseñada por esos custodios para «alcanzar la visión divina que la hacía inmune de todo mal».
En el protoevangelio de Santiago, uno de los apócrifos más misteriosos, se comentan todos estos fenómenos asociados con la preparación de la Virgen por parte de esos custodios de otro mundo y se nota a simple vista la intervención extraterrestre; se ve que la Virgen, efectivamente, venía de otro mundo, al igual que Jesús.
Cuando María cumplió 12 años, los custodios decidieron que era momento para que tomara un esposo y trajera al mundo al Adorable. En ese momento, un ser celestial hizo su aparición ante el profeta Zacarías y le dio un mandato: «Reúna, usted, a todos los viudos y que cada uno de ellos venga con una vara, que el espíritu de Dios obrará un portento sobre el escogido». El escogido para tan altos ministerios fue el anciano José, un sacerdote puro y especial.
Todo lo anterior, más otro cúmulo de evidencias, nos habla de cómo la llegada de Jesús y María tuvo una altísima intervención de inteligencias superiores. Seres de planetas celestiales encarnaron a un Ser crístico para que fuera la madre del Adorable, y todos ellos venían de las estrellas.
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