Materia oscura y Energía oscura
Desde tiempos inmemoriales, grandes culturas, como los vedas, los persas y los grávidas, han hablado de la existencia de “la forma negra e increada de Dios”. La mencionaban como la forma divina absoluta, una energía negra u oscura que, más que color, señala profundidad. La definen como un elemento que se escapa completamente de la percepción humana.
Desde tiempos inmemoriales, grandes culturas, como los vedas, los persas y los grávidas, han hablado de la existencia de “la forma negra e increada de Dios”. La mencionaban como la forma divina absoluta, una energía negra u oscura que, más que color, señala profundidad. La definen como un elemento que se escapa completamente de la percepción humana.
El “negro absoluto” también ha sido recalcado numerosas veces en libros sagrados, pero no como algo negativo sino como una figura celestial absolutamente positiva. Con el color se evoca el espacio infinito, absoluto y eterno. Recordemos que Krishna, de la cultura hindú, es representado de color negro.
Desde la perspectiva de la física, encontramos la ley que dice que la energía y la materia no se crean ni se destruyen, simplemente se transforman. Einstein nos dejó también ecuaciones en las que se explica que la materia es igual a la energía, por lo tanto, podemos hablar al mismo tiempo de la materia oscura y de la energía oscura.
Desde hace siglos, científicos se han dedicado a definir la estructura del universo y, tras profundos análisis, hoy en día se ha llegado a la conclusión irrefutable de que la materia oscura sí existe y que es algo que no percibimos; es un elemento que llena el espacio, el vacío, y que es tan sutil, que no hemos logrado identificarla con medios tradicionales. Lo anterior nos lleva a recordar conceptos que se encuentran en distintos libros sagrados en los que se habla de este fenómeno y lo definen como “Éter”, “Ki” o “Luz astral”.
Pero, entonces, ¿cómo podemos determinar su existencia si no podemos detectarla o tomar muestras? Se ha comprobado por el efecto que tiene sobre la luz: la materia oscura hace que se curve y distorsione nuestra visión de elementos que sí podemos percibir, por ejemplo, otros cuerpos espaciales. En este sentido, la materia oscura funciona como un lente.
En las galaxias, los científicos detectan la materia oscura como un aura que está a su alrededor, como un molde protegiendo la forma de la galaxia. Ahora bien, en una galaxia grande (la nuestra lo es, relativamente) encontramos que la materia oscura se compacta en el centro, mientras que en una más pequeña la materia oscura se hace más liviana y tiende a crear un hueco en su centro. Astrofísicos han descubierto también que las galaxias grandes tienden a tener 4% de materia visible común y hasta 23% de materia oscura, mientras que en el caso de las galaxias pequeñas la cantidad de materia visible es apenas de 1%.
Otro elemento que ha causado revolución en la ciencia es el avistamiento de grandes cuerpos oscuros, que de base no se perciben con nuestros instrumentos pero que sí se detectan al pasar frente a algún otro cuerpo visible y ocultarlo, como en el caso de un eclipse.
Por otro lado, los científicos han concluido que tanto la materia oscura como la energía oscura son las responsables de la rápida expansión del universo. Un universo del que realmente solo conocemos una pequeña fracción pero del que sí sabemos que está compuesto en 96% por estos dos elementos. En la energía oscura reside mucho la magnitud del tiempo, la cuarta dimensión, es lo que desde tiempos milenarios se conoce en Oriente como “luz del linga sharira” o luz astral.
En definitiva, el universo sí se está expandiendo a velocidades extraordinarias y se estipula que esta expansión causará también, a largo plazo, un congelamiento del universo conocido. En algunos textos del vedanta encontramos una explicación de las dinámicas de la creación, que comentan precisamente esta expansión y enfriamiento. En ellos, Brahma tiene respiraciones infinitas, en las que la inhalación es fría al principio y termina de fuego. La exhalación que le sigue inicia de fuego y termina fría. Aquí podríamos decir que la exhalación, que sería la misma expansión, comienza caliente y se va enfriando con el pasar del tiempo. Se debe aclarar también que en los textos se explica que la respiración de Brahma se repite de una manera que nuestra mente no puede comprender: mientras que inhala en un espacio exhala en otro, infinitamente.
Los libros sagrados también hablan de Vishnu, el Padre Eterno, que se presenta en ocho diferentes encarnaciones o formas distintas. Estas representan las fuerzas del universo, y recordemos que nosotros solo hemos descubierto cuatro: las fuerzas gravitacional, electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte. La última encarnación de Vishnu, la octava, es la más sagrada y en la que se manifiesta plenamente. En el Bhagavat Gita se menciona como el unificado, Krishna, que tanto en lengua sánscrita como en las dravídicas se traduce exactamente como “Negro/azul oscuro”, y en sí mismo es el espacio infinito.
En términos de la física, podríamos pensar que la octava fuerza representa dos aspectos: por un lado, es en sí una fuerza, pero, al mismo tiempo, es la unificación de las ocho fuerzas anteriores. Esto coincidiría con el concepto unificador de la energía eterna que se ha venido trabajando en diversas investigaciones: la Energía Universal.
Los seres humanos somos muy visuales y muchas veces consideramos que, por no ver las cosas, estas no existen. Pero no nos dejemos engañar por nuestros sentidos, la materia oscura y la energía oscura sí existen.
Estamos en una era en la que cada vez descubrimos más fenómenos y muchos de ellos son inesperados. Pero lo que ya se ha descubierto es, en definitiva, un gran paso para nuestra humanidad, ya que en la materia oscura está la comprobación del aura vital, del resplandor de los cuerpos y de las energías cósmicas, incluidas las auras naturales; es el paso o la puerta a otras dimensiones.